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Encuentros Secretos

Encuentros Secretos

Alexa Reeger

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Capítulo

Después de ser egresada de la Universidad de Margarita en Idiomas Modernos Andrea decide darle un rumbo distinto a su vida, dejando sorprendidos a sus familiares, por casualidades del destino su próximo lugar de residencia será la ciudad que nunca duerme, Nueva York donde contará con la ayuda de su primo. Al pasar los años las oportunidades harán de ella una mujer responsable y exitosa, pero destino hará nuevamente de las suyas y en una cena de trabajo se encontrará con un viejo amigo que jamás imaginó encontrarse allí, los sentimientos renacerán entre ambos, pero ¿le darán rienda suelta al amor y la pasión? En tan sólo una noche la vida de Andrea y Peter dará un salto a lo desconocido... sus encuentros ¿serán secretos? ¿Por qué?

Capítulo 1 Volando del nido

Todo era un remolino en la cabeza de Andrea, allí estaba con su familia en el Aeropuerto Internacional del Caribe ʺGeneral en Jefe Santiagoʺ despidiéndose para partir a Maiquetía y luego al Aeropuerto Internacional John F Kennedy. Una decisión un tanto difícil de tomar, pero sin lugar a dudas algo que cambiaría su vida por completo. Se vio incitada a tomar la decisión por el apoyo de su primo Alexandro Rodríguez quien ya lleva años viviendo en esa ciudad.

Para Andrea era toda una aventura, pero también albergaba en ella el miedo a fracasar. Estaba consiente que no sería fácil, otro país, otras costumbres y otro idioma que dominaba a la perfección, una nueva puerta se abría en su camino. Dicen que el tren pasa una sola vez y hay que aprovecharlo muy difícilmente ese tren pueda pasar una segunda vez. Juró disfrutar cada oportunidad que el destino preparaba para ella.

—Cariño mío cuídate ¿sí? —Alfredo Rodríguez besó la frente de su tercera hija—. Hazle caso a tu primo, nada de cosas raras por favor. No te olvides que papi siempre estará esperándote con los brazos abiertos —Se acerca a ellos su hermana menor.

— Si te olvidas de mí te juro por mamá que agarro el primer avión con destino a Nueva York y te mato Andrea de los Ángeles —balbuceó Alexa—. Saludos al primo, nada de andar dándole quebraderos de cabeza que te conozco, piensa muy bien las cosas allá no estará papá para sacarte de problemas y defenderte.

—Tranquilos todos, jamás me olvidaría de mi familia— después de esas palabras se unió toda la familia para darse un caluroso abrazo— ustedes ante todo siempre serán lo más importante para mí, están en mi corazón y nadie les robará ese lugar. Roxana —señaló a su hermana mayor— cuida muy bien de los mellizos, tenles paciencia y sobre todo déjalos ser niños y divertirse —hizo una pausa el nudo en su garganta la estaba asfixiando—. Ricardo cuida de la pequeña Julianna dentro de unos añitos te pondrá la cabeza como un bombo cuando tenga muchos novios como su tía —abrazó a su hermana—. Alexa hermanita, no llores pequeña. Si éste de acá te hace algo —expresó viendo a su cuñado— vengo desde allá para hacerlo trizas ¿Me estás entendiendo Gabriel?

—Sí cuñada tranquila, la cuidaré con mi vida lo juro y cuidado no nos toque a nosotros ir a buscarte —ambos se abrazaron como si fuesen hermanos de sangre, en cuatro años compartiendo juntos para Andrea eran más que cuñados, era ese amigo que siempre la aconseja en sus peores momentos y le estaría eternamente agradecida—. Te quiero fea cuídate.

—Papá, Elena a ustedes les pido que sigan adelante, sé que al principio de su relación me opuse y mi actitud no fue la más adecuada y no saben cuánto me avergüenzo de ello. Se merecen ser felices, se merecen el cielo por todo los que nos han dado —sus mejillas se vieron bañadas por alguna que otra lagrimilla traicionera—. Cuídalo con tu vida es el hombre más especial, atento, responsable, caballeroso y comprensible que jamás conocerás. Él es todo para mí, por eso te ruego que desde hoy sus días sean maravillosos, que mi ida no de hincapié a la tristeza —se fusionaron en un abrazo— piensen en lo feliz que me harán, los amo.

Todos lloraron como magdalenas, sabían que era por el bien de esa personita que cada uno amaba a su manera. Exactamente a las 7:50 de la mañana, Andrea dejó atrás a su familia para hacer el chequeo de pasaje y maletas. Con el dolor de su alma se iba para un mejor futuro, en Venezuela las cosas no estaban marchando muy bien. Minutos antes de abordar el avión con destino a Maiquetía prometió darle un cambio radical a su vida y convertirse en una mujer exitosa.

Andrea tenía los ojos cerrados y llevaba puestos los audífonos, la voz de Natalia Jiménez la aislaba de todas las personas de su alrededor y de alguna manera le daba fuerzas. Con murmullos tarareó su canción preferida.

—Pero, estoy de vuelta. Estoy de pie y bien alerta. Eso del cero a la izquierda. No me va — siguió cantante mientras los minutos comenzaron a pasar de prisa —No me asustan los misiles, ni las balas. Tanta guerra me dio alas de metal, ah-ah.

—Señorita, por favor despierte —escuchó que la llamaban en inglés—Bienvenida a la ciudad de Nueva York, en breves momentos estaremos aterrizando en el Aeropuerto Internacional John F Kennedy.

Tocó tierra neoyorquina el 12 de marzo, el viaje la dejó exhausta sólo deseaba llegar con su primo y descansar largo y tendido para así conocer al día siguiente la ciudad. Al ver a Alexandro corrió a sus brazos tenía tantos años que no lo veía; aprovecharon para ponerse al día. Antes de dormir hizo una video llamada con su hermana para decirle como había llegado y no mortificar a su familia.

El día siguiente amaneció como si hubiese recorrido todo el Central Park, mientras se acomodaba le dio el olor a comida, un café, después saldrían para conocer todo Manhattan.

Repuso fuerzas e hicieron lo que tenían planeado para ese día. Andrea cada vez más sorprendida y extasiada conoció cada sitio del que ahora sería su lugar de residencia. Lo primordial era conseguir empleo contaba con la ventaja de hablar tres idiomas, español, inglés y portugués deseaba dominar otro idioma, aunque no estaba segura cual.

Al pasar los meses descubrió en esa ciudad su fascinación por la fotografía y fue por su segunda profesión, trabajaba como profesora en una escuela enseñando ciertas cosas en español que se requerían y algunas otras en portugués, pasaron los años y Andrea junto a su amiga Gia se convirtieron en una de las fotógrafas más reconocidas de Manhattan y Brooklyn. Hizo muy buenas amistades que al conocer su nacionalidad se sorprendieron ya que el inglés fluía en ella como si fuese su lengua materna.

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