Atrapado en el cruel juego de los gemelos
Clara
io un hecho frío y duro en mi bandeja de entrada. La separación legal esta
nó mi teléfono. Era David Chen, el director de la prestigiosa b
sigue abierto. Estábamos tan impresionados con tu portafolio que l
había estado planeando un viaje sorpresa para una celebración de aniversario d
d de México era un cementerio de recuerdos.
, mi voz firme-.
rprendido, lu
a. Esta será una oportunidad increíble, Clara. Aunque imagino
alabras ya no se
s labios-. Ya no soy la señora de Caballero. -Ahora s
ey negro se detuvo en la acera. Kilian salió. Vestía un traje oscuro, fingiend
mada, su tacto sorp
n murmullo bajo, tratando de imitar
de la actuación.
oy b
e dolor genuino en sus ojos a
que estás molesta. Déjame compensártelo. Hay una nue
quien compartí mis pasiones. Había sido él quien escuch
e llevara al coche, hundiéndome en el lujoso asi
las pinturas que sabía que apreciaría y me compró un café de mi cafetería favorita cercana. Uno d
-dijo el amigo, guiñándome un ojo-.
tando mi mano. Ofrecí una so
an un espectáculo de tragafuegos. La energía cruda y caótica de las llamas era cautivadora. S
habían ido. Estaba sola. Una sensación de in
menzó la pieza de arte en vivo. Un hombre giraba un bastón de fuego. Una columna de
la mano, la misma que Kassy me había quemado. Tropecé hacia atrás, mis ojos llorosos por el hum
, un grupo de hombres de aspecto rudo se materializ
aquí -se burló su líder, sus ojos
en mi pecho. Esto no era ale
dije, tratando de
ó del brazo, su agarr
ita. Nuestro jefe q
demasiado fuertes. La desesperación
na mano para golpearme, un borrón d
Ki
de furia fría, sus ojos ardían con una luz aterradora y asesina. Se movía con una eficiencia brutal, un torbellino de violencia. Un puñe
ntes se escabulle
us ojos reemplazada instantáneamente por un miedo crudo
tás herida?
iado, que por una fracción de segundo, un deste
eredero tecnológico, lle
rla era una estupidez! ¡No puedo creer que de verdad contratara
do se
an de
uso pálido. La preocupación, el miedo... todo era otra actuación. Todo es
fusionó en un solo peso aplastante. Mi vi
ad me consumiera fue el rostro horroriza