Esposa Virgen
an de angustia al ver aquella
ronca y cargada de mucho sarcasmo— no quiero qu
do el hombre que la seguía la detuvo por los hombros. Al sentir sus
go que venía algo mojado y ella atragantándose con su propios resue
tra
a ella y esa actitud
o de Basil?»— pensó
do ya estaba liberada del abrigo cami
ella mirándolo a los ojos muy ser
e se les acercó y al quedar solos los
ás pronto posible— dijo él y comenzó a acercarse a la joven— vamos a
us labios secos los mojó con su lengua, ge
dijo la joven— Ate
sa que ya estaba puesta. Los ojos de la joven esposa se abrier
in darle la respuesta que ella quería
ese matrimonio que tanto odia. Y ahora tenía la oportunidad de estar libre de ella que se había vuelto una carga de llevar. Por mucho tiempo ella trató de agradar y ser la m
dijo ella con amargura y decepción y se alejó para sen
mitió que la ayudara con la silla. Tomó la servilleta y
el hombre sin darle importan
o. Él parecía otra persona, parec
a joven mirándolo a los ojos muy seria—
iera la suculenta cena y cuando qued
el motivo del por qué ese hombre está en su casa
ijo el hombre que bebía de la copa que tenía f
uerza el bocado qu
eguntó la chica cuando miró
ivorcio— dijo ella ahora más inquieta que antes. Estaba segura de que s
te ignorando el comentario de la chica— el
e le decía que Adara era un dechado de virtudes que
en y tirando la servilleta en la mesa se levant
alta y ronca de Elián— tenemos que
a de la chica come
blar conmigo?— dijo
ía— los ojos negros la observan con detalle. Nota lo bella que la joven se ha puesto y de lo atraído que se siente por ella. Desde el mismo día que la conoció —. Es lo segundo: quiero ha
o al estrés que se estaba
con ella. Su padre nunca le dijo los verdaderos motivos de ese matrimonio, y ella por estar pe
antó y la mi
a fiesta para este mismo viernes— le dijo sin dejar de mirar los bellos ojos azules— es ne
viosa solo lo miró a los
ejarse de él. El hombre tenía el don de romper su tranq
con su amante de ese país
as caderas provocativas y que ahora desea poseer, pero primero deberá
tampoco podrás huir con ese maldito ladrón de museos. Basil Cach
a habitación de ella y la encontró hablando p
n saber que el hombre estaba a su espalda—
ro cuando sus ojos se encontraron con los de su esposo. Ella te
pero disimulando— que a partir de hoy compa
gimió
a salió de la habitación y