Sometida por error
fus
ustrias, se levantó de su asiento caminando con sensualidad hasta perderse detrás de la inmensa puerta metalizada que se encontraba al fondo del lugar. El sujeto del traje oscuro me hizo señas para pedirme un poco de paciencia, cosa que no hizo mucho efecto en mi ánimo, pu
tes de que la secretaria volviera a sali
ll está listo
omo se mira a un error garrafal. Estaba más que claro que en ese ambiente de extrema elegancia y de corte empresarial mi conjunto casual y desenfadado discordaba bastante, ocasionando esa disonancia y mucho más si se comparaba mi pantalón y camiseta con el vestido superelegante que
que era mi primer día, que estaba a escasos metros de la oficina del jefe y que realmente
a sorpresiva mostrara un gesto caballeroso, para variar, permitiéndome ingres
nía la piel de gallina. Yo sabía bien frente a quien me iba a encontrar, su rostro estaba en las tapas de los diarios y
mostrar aquella oficina como un espacio mucho más grande de lo que ya de por sí era. Al final, casi junto a la pared de cristal, se encontraba un enorme escritorio, mucho más grande que el que recién había descubierto en la oficina del sujeto del traje de color marrón oscuro. Detrás del inmenso escritorio, sentado en una silla de respaldo alto, volteado hacia la pared de cristal
aquel sueño vino irremediablemente a mi memoria, por lo cual una sonrisa estúpida se me asomó en el rostro, p
ugar de ojos. Su expresión era la misma de mi sueño al principio: Una mirada segura y controladora que no dejaba entrev
pie y comenzó a caminar hacia nosotros. Instintivamente, di un paso hacia atrás, pues recordando lo que había ocurrido en mi sueño,
profunda y misteriosa que brotó de aquel par de
on un poco de confusión para luego r
a que vino por e
la vez. Su mirada me recorrió de los pies a la cabeza
fue a quien
e a nosotros el rostro enfadado de aquella rubia a la que yo había m
maldito contrato q
n, entonces sentí que las consecuencias de mi primera me