La Sombra de un Amor
soñó, pensando siempre que iría a buscarla, pero nunca lo hizo. Un mes atrás, viajó a Cusco para ver a Elizabeth y su amiga Mariana, no podía negar que su inten
l poco tiempo de terminar, consiguió el trabajo. Ella jamás pensó que lo encontraría tan pronto. Pero fue gracias a Alberto que encontró el trabajo. Él es hermano de su compañera Leticia y si no es por ellos, aún seguiría buscando. Cuando conoció a Alberto, no pensó en tener nada serio. Bueno, ni serio ni nada. Simplemente no estaba preparada para tener una relación después de todo lo que había sufrido, pero gracias a ese hombre con el que se casaría en poco tiempo, la vida le cambio y le a ido mucho mejor. Alberto se empeñó en hacerla
. Pensó en el dolor y el sufrimiento que estaría sintiendo Marco Antonio y eso era lo único que a ella le importaba, pues la vida de ese Señor Rodríguez, se portó como un
no trabajaba en Huancayo, si no, en la misma ciudad de Lima y que quedaba más cerca, estaba muy conforme con su trabajo, por qué le gustaba lo que hacía y todo comienzó tuvo sus pequeños inconvenientes. Julio César le ofreció volver al hotel donde trabajaba anteriormente, por supuesto que se se negó. No quería encontrarse nuevamente con él, si es que volvía a la ciudad. Salió de su casa a las seis y cuarenta y cinco minutos de la mañana, cuando ya su madre doña Martha había llegado para quedarse con su hija. Cuando al hotel, era buena hora, se estacionó en el lado de los empleados y se dirigió directamente hacia su looker, para colocarse el uniforme,
María Elena entrando a recepción y dándole dos
de copiado, para allí reproducir las identificaciones de los huéspedes para tenerlo controlado. Se llevaba bien con
gitado. Dijo María Elena, se
ijo su compañ
En cambio, me toca trabajar todo el fin de semana. María Ele
á hospedando en la suite un empresario que
ama ese empresario?. Preguntó María Elena, cuando Va
allarían, saco valor y le sostuvo la mirada y ahí estaba el padre de su hija y el hombre que la llevo al cielo, para luego bajarla al infierno. Los dos se quedar
ena, se pasó la mano por el cabello, con intención de calmarse, no podía permitir que él, la aterrara y no podía permitir que nadie se diera cuenta de que ellos se conocían y
ñor Rodríguez. S
Vasquez. En su voz se si
tá ?. Preguntó int
ien, gr
ra que e
as, durazno y a mandarina, eso confirmaba que que seguía usando el mismo perfume " Coco Chanel" esa que hacía que soñara con algo bello y que tanto había anhelado, no le dejaba marcharse a sus quehaceres. Tenía
u mensaje al Señor Vicente
s de María Elena, rosando sus dedos, provocando un escalofrío entre ellos. María Elena, guardó r
lo recomendó el doctor. D
ado. Nadie debía saber que ellos tuvieron algo, nadie podía saber que Marco Antonio Rodríguez era el p
ara tanto. Ambas so
pronto y no sabía qué responderle a eso, pero tenía que fingir y muy bien. -No -¿
ver
un moment
s guapo, quería olvidarse de él, pero ahora estaba aquí en el hotel Aloft Lima Miraflores, para comprarlo y ponia en riesgo su trabajo, que era su sustento. Cuando llegó al baño se encerró en un cubilo, para poder leer la nota sin
e hizo? No se lo voy a permitir y no voy a ir a ninguna parte. Dijo en un tono
de trabajo y estuvo todo el día muy nerviosa, no podía dejar de pensar en él y de pensar ¿Porque volvió a aparecer en mi
se lo voy
er ?. Preguntó Val
uila amiga, ya tú turno va a terminar y te queda todo el fin
o y no podía dejar de pensar en que el motivo fuera que se había enterado de la existencia de su hija. Camino hacia el ascensor, entró y con manos temblorosas, marco hasta el último piso, de una manera calmada se paró delante de la puerta y tocó. Del otro lado Marco Antonio estaba nervioso y al escuchar como tocaban la puerta, su corazón comenzó a latir tan demasiado rápido . Ca
curiosidad, para dejarte c
s cambiado nada . Dijo en un t
lo que q
o, quitandose de la puerta para dejarla pasar y
rle lo que tuviera que decir. Marco Antonio estaba agitado, y se quedó pensando en qué palabras us
odo. Dij
María Elena cada vez latía más de prisa, no podía negar qu
terminó sentándose en el sillón justo frente a él. Sus miradas se encontraron y ella g
ó mirando al suelo mientras se r
que te alejaras de mí. Dijo y María Elena le
allas dado cuenta, d
mi padre an
te a él, es malo hablar de los ausentes, pero tú papá fue un tirano. Dijo con un
Mari.
lo dejo ni terminar la frase. -¿Te crees que yo no he sufrido? . Expresó levantándose para ponerse ante ella y así evitar que se marchara. -Tú no sabes lo que es sufrir de verdad... Saber q
ería que sus lágrimas
rdóname. Pidió Marco Anto
te. No hagas la víctima. No vas a conse
. Declaró con la
o por su rechazo y su ausencia, pensando que no era digna para él y que sin ella estaba mejor, sería feliz. Todas las noches miraba a su pequeña, durmiendo en su cuna, ajena a todo lo que su madre sentía. Unas lágrimas, s
por qué me iba, en vez de pensar que era por dinero. Eso fue lo último que me dijiste y que no querías saber nada de mí. ¿O n
no podía estar cerca de él. El