Como es posible que este viviendo Bajo la sombra de un amor, por culpa de una mentira, que destrozó mi vida. Perdà la mujer que amaba, por qué no confÃe en ella. Cómo es posible que mi padre tuvo que morir para enterarme de toda la verdad. Que todo fue un vil engaño que él tramo. Me preguntó cada minuto Será que la busco ? Será que me perdona ? Y si ya tiene en su vida un nuevo amor ? Todas, estás preguntas me están volviendo loco. Por eso te invito que nos siga, para saber el desenlace de esta historia de amor entre Marco Antonio RodrÃguez y MarÃa Elena Vasquez .
El teléfono móvil sonó como loco encima de la mesita y con la poca gana que tenÃa Marco Antonio de contestar, lo alcanzo y refunfuño al ver el identificador de llamad. Sin siquiera esperar un saludo de su parte, su padre habló atropelladamente, diciéndole:
-Marco Antonio tienes que viajar inmediatamente a Lima. Cerro los ojos y moviendo la cabeza en forma de negació.
-Yo...
-Yo, nada, he logrado conseguirte una reunión con el Presidente de la Cadena Hotelera Aloft Lima Miraflores.
-No puedo -respondió seco. Lo que le faltaba, volver a esa ciudad y darme tropiezos con mis miedos.
-Dile a Julio César.
-Claro que no. Dijo alzando la voz más de lo habitual, del otro lado se escuchó un suspiro y dijo
-Hijo...Emitiendo un gran suspiro por el teléfono-no te lo pedirÃa si no estuviera seguro de que tú y solo tú puedes conseguirlo.
Si se lo pedÃa asÃ, no podÃa negarse. No es que hiciera todo lo que su padre decÃa, ya que jamás estaba de acuerdo en nada que refiriese a su hijo mayor, pero al fin y al cabo era su trabajo y para qué negarlo, era el mejor haciendo lo que hacÃa. Y serÃa capaz de venderle hielo a un pingüino.
-Está bien, papá. Acepto entre dientes. Le estaba empezando a doler la cabeza solo de pensar lo que le esperaba en su regreso
-Para cuándo, papá ? Se aflojó la corbata y se desabrochó los primeros botones de la camisa. Se sentÃa ahogado, incluso sudaba frÃo. Aquello era un mal presentimiento.
-Dentro de quince dÃas, debes estar en Lima.
-Esta bien, quedate tranquilo que ahà voy a estar. Respondió colgando la llamada. Después de dar una y otra vuelta decidió ir a visitar a su hermana.vueltas por toda la casa, decidió ir a visitar a su hermana. Todo fuera por distraerse y no pensar en lo que le esperaba una vez llegara el momento de volver a Lima, al lugar donde se enamoró. Estaciono el vehÃculo y fue poco a poco caminando hacia la casa de su hermana, cuando estaba a punto de tocar el timbre, la puerta se abrió y apareció su hermana. Con esa sonrisa que siempre le caracterizaba y esa alegrÃa que protaba por todos sus poros.
-Como estás Elizabeth. Es que posees una bola mágica, presentimiento de que yo venÃa o ya los sabÃas ?
Ella le dio una gran sonrisa y besó su mejilla, quitandose para dejarlo pasar y caminar juntos por un sendero hasta llegar al jardÃn.
Se sintió tan bien estar con su hermana y la paz y la tranquilidad que se sentÃa en el ambiente.
-Dónde está Jose Luis ? .Preguntó mirando de un lado a otro.
-Esta conversando con Juan Carlos.
Se sentaron en una banca, debajo de una gran sombra que venÃa de un árbol de Castaño de Indias, sentados uno al lado del otro. Marco Antonio, obsevaba la casa y le gustaba que era muy colorida, estaba pintada de naranja con detalles verdes que brindaba mucha armonÃa.
-No, tenÃa idea que aún estába e comunicación.
-Para, que tú veas. Emitiendo una sonrisa
-Y hablan todos los dÃas y como se encuentra ?.
En verdad, no era que le interesaba, sino que querÃa era saber de otra persona.
-Ya está grande y ya come solo. Ambos rieron del chiste de Elizabeth, Marco Antonio se levantó y recogió unas hojas del árbol y empezó a olerlas, dando tiempo para tener valor para preguntar, cómo sà no tuviera importante la pregunta que iba a hacer, esperando que su hermana no se diese cuenta de su interes por preguntar.
-Elizabeth, tú tienes un tipo de comunicación con MarÃa Elena, se escriben por WhatsApp o por facebook.
Que estúpido soy, cómo me cuesta decir su nombre.
Elizabeth volteo a verlo y emitio una sonrisa. Solo de pensar en ella le hacÃa daño, pero es que no podÃa evitarlo necesitaba saber de ella, necesitaba tener la certeza de que, cuando fuera a Lima y la viera, si es que la veÃa, saber que no tendrÃa un hombre en su vida, aparte de su familia por supuesto. Era un poco absurdo, cuando fácilmente le podrÃa preguntar a su amigo Julio César, y en parte sabÃa que él, le dirÃa todo lo que quisiera saber, pero no querÃa, después de todo, ellos ya no eran nada y MarÃa Elena dejó muy claro que no querÃa saber que se relacionara con él.
-SÃ, Marco Antonio, tengo comunicación con ella y déjame decirte hermano, que está muy hermosa, más que nunca dirÃa yo. Recalco Elizabeth
Reacción que no se hizo esperar. El corazón de Marco Antonio se aceleró cómo de una manera insólita, que parecÃa que se iba a salir del pecho.
Sin pensarlo, bombardeo a su hermana con unas series de preguntas.
-Cómo lo sabes? , Dónde la has visto ?¿La viste?.
Mirando fijamente a los ojos de su hermana. Por mucho que le doliese, necesitaba tener toda la información posible. Llegó a pensar que nunca más sabrÃa de ella.
Elizabeth respiro profundamente y le respondió
-Estuvo aquà el mes pasado.
Cuando Marco Antonio, escucho que estuvo tan cerca, su respiración se agitó, pero tenÃa que mantener la calma, para no delatarse que la noticia le habÃa afectado.
-Vino, hace una semana, vino a visitar a su amiga Carmen Rosa y a mi por supuesto, está igual, a diferencia de que está más hermosa, más madura, más mujer.
Marco Antonio volteo a verla y está le desvio la mirada y Elizabeth continúo diciéndole
-Y tocando el tema. hablando de eso, yo le creÃ, Marco Antonio, a veces te comportas como un niño, no todo gira a tú alrededo. Le sudaban las manos de la impotencia, necesitaba aire, sabÃa que estaba en un jardÃ, pero no sentia él aire, cómo es posible que su hermana lo guapa y bonita que se veÃa MarÃa Elena.
Se levantó, le dio un beso en la mejilla a su hermana y le dijo
-Dejalo asÃ, me tengo que ir.
Dejando a su hermana hablando sola, no querÃa escucharla. Una vez salió, respiró hondo, haciendo que sus pulmones se llenaran de aire, levantando su pecho insoportable en el pecho.
MarÃa Elena habÃa estado allÃ, en Cusco y nadie le dijo nada y se preguntaba: Por que no me busco ? , Cómo te iba a buscar después de todo lo que pasó?.
No podÃa creer que siguiera amándola como lo hacÃa, incluso podrÃa jurar que, después de oÃr a su hermana decir todo eso, y saber que la tuvo tan cerca, su corazón latió mucho más fuerte y poderoso que antes. QuerÃa sacarla de su mente, de su corazón. Arrancarla de raÃz, para asà dejar de amarla y desearla como loco desesperado. HabÃa momentos en los que soñaba con ella, recordando sus besos, sus caricias, cómo cuando le hizo el amor en la piscina, adorándola, y, deseándola con locura y volvia a retumbar las dudas en su cabeza y una series de preguntas que sabÃa que no tenÃan respuesta asà como: Será que algún dÃa la voy a olvidar ? Será que su vida cambiará en cuanto ponga un pÃe en la ciudad de Lima. No querÃa ir, tenÃa demasiado miedo. Miedo a verla, querer tocarla y besarla y no poder hacerlo.
Una semana después. Sono el teléfono móvil, era de noche aún, pudo comprobarlo al ver la luna alumbrar por la ventana. Llevaba unos dÃas de demasiada locura en la oficina, ya que su viaje a la ciudad de Lima se acercaba y tenÃa que dejarlo todo bien arreglado. Por lo cual, llegó a su apartamento temprano y se acostó muy cansado. Agarró el móvil asustado, ya que pudo ver que era bastante tarde y al mirar la pantalla vio que era su mamá, se puso muy nervioso.
-Mamá, Pasó algo?. Dijo asustado saliendo de la cama y empezándose a vestir. Estaba en shock, como si su cerebro supiera lo que tenÃa que hacer.
-Marco Antonio, es tú papá, sufrió un accidente y está muy mal, está al borde de la muerte. Se escuchaba un llanto desgarrador. Marco Antonio no sabÃa que decir y volvió a escuchar a su mamá diciendo.
-Lo único que hace es repetir tú nombre, hijo.
-Donde lo tienen ?
-En la ClÃnica San José
-Ya, voy saliendo, mamá.
Con los nervios a flor de piel y una impotencia que por poco lo hizo llorar, tomo las llaves y salió corriendo de su casa hacia su auto. Las ruedas de su auto emitieron un sonido particular, cuando arranco. Le pedÃa a Dios para que le diera una oportunidad y conseguir a su papá con vida. No podÃa ser, no le podÃa pasar esto a él. Cuando llegó a la ClÃnica San José, entro por la emergencia y vio a su hermana Elizabeth y su madre sentadas en la sala de espera, llorando desconsoladamente. Su corazón se preparó para el impacto. Llegó hacia ellas y ambas se levantaron para abrazarlo, necesitándolo.
-Que fue lo que pasó ?. Preguntó, sintiendo un nudo en la garganta.
-Iva, para casa y parece que chocó con otro auto, pero no se más nada. Y está muy mal según los médicos. Dice su mamá llorando. Marco Antonio la abraza para calmarla.
-Tranquila, mamá, papá es un hombre muy fuerte y saldrá de esta.
-No, hijo, los doctores no, nos dan esperanzas. Y se tapo la cara con las manos llorando.
Marco Antonio, no podÃa creer lo que estaba pasando. Su padre se estaba muriendo y odiaba que, fuera asÃ. Nunca tuvo una relación buena con él, de hecho, siempre se interpuso en todo lo que querÃa en su vida, pero no podÃa negar que la muerte de su padre, le dolÃa.
Al mucho rato salió un doctor y les dijo:
-Ustedes, son los familiares del Señor RodrÃguez ?
-Si, doctor, él es mi papá, ella es su esposa y ella mi hermana.
-El señor, se encuentra muy delicado.
-Podemos verlo ?
-Por supuesto, sigame por favor. Salió corriendo hacia la habitación, que le habÃa indicado el doctor, cuando abrió la puerta, ahà estaba su papá, acostado, todo golpeado y lleno de sangre, con la mirada entrecerrada y perdida, mirando al techo. Lo único que pudo decir fué
-Papá.
Respiro profundamente, antes de caminar hacia la cama, le tomo la mano. Y sintio que algo caliente rodaba por sus mejillas. Su padre lo reconoció enseguida y ya sin fuerzas susurro.
-Gracias a Dios, estás aquÃ.
-No hables papá, descansa.
-Hijo, tengo algo muy importante que decirte.
-Te hace mal hablar.
El señor RodrÃguez, apreta la mano de su hijo y mueve la cabeza en forma negativa, no dándose por vencido. DebÃa decirle la verdad, confesarle lo que hizo para que su hijo no fuera feliz con la mujer que amaba. Se morÃa, le quedaba muy poco tiempo de vida y lo menos que podÃa hacer, era liberarse de ese secreto.
-Marco Antonio, me muero y no puedo llevarme esto a la tumba y menos sabiendo lo que has sufrido por mi culpa. -De qué hablas, papá?.
Marco Antonio, no querÃa escuchar nada, no querÃa rememorar aquellos momentos y mucho menos escuchar una mentira más de su padre. Si estos momentos eran los últimos, se negaba a discutir con él.
-Marco Antonio yo soy el culpable de todo... Yo amenacé a MarÃa Elena, le dije que si no te dejaba te dejarÃa en la ruina, te lo quitarÃa todo. Y el contrato también fue un engaño, le mandamos flores a su casa y ahà fue donde conseguà la firma. Al señor RodrÃguez le dió un ataque de tos. Y Marco Antonio quedó sin poder emitir una palabra y el señor RodrÃguez prosiguió
- Yo mandé a Janet a la empresa, la contraté para que te sedujera. Yo soy el único culpable de que tu vida sea asà de infeliz
-Pero papá. Dijo Marco Antonio desesperado-respiró hondo cuando ya no pudo hablar más. -Pero papá...
-No, Marco Antonio, déjame terminar. Ella te amaba, solo te protegÃa, querÃa que lo supieras antes de morirme. No pretendo que me perdones, pero sà que la busques y seas feliz.
-Feliz? ¿Tú crees que ella me va a escuchar ahora. Preguntó amargamente soltándole de la mano, apartándose de él. Escuchaba como su madre y hermana lloraba desde la puerta, escuchándolo todo.
-No papá... mataste todo lo que habÃa entre nosotros. Cuando quizo preguntar él por qué? Los ojos del señor RodrÃguez se cerraron y Marco Antonio salió de la habitació, no se sentÃa bien.
Las dos mujeres lloraban a sus pies, lamentando su muerte. Él se sentÃa vacÃo, roto. Le dolÃa el cuerpo, se ahogaba. Le odiaba, odiaba como su padre habÃa jugado con sus sentimientos, con su felicidad. Pero también se sentÃa mal por su pérdida. PodrÃan haberse ahorrado tanto sufrimiento. Si él hubiera confiado en la palabra de la mujer que amaba, ahora estarÃan juntos, pero no, él tuvo que creer en la palabra de su padre, aun sabiendo que odiaba a MarÃa Elena. Le creyó y la perdió para siempre. Salió del hospital a toda prisa, metiéndose en su auto. No supo cómo llegó a su casa, tampoco cómo acabó con una copa de whisky en las manos, mirando a la nada. Llorando sin parar. Recordando cada palabra que su padre justo antes de morirse decidió confesar. Lo único que hacÃa era susurrar en nombre de MarÃa Elena. En ese momento en un arrebato de rabia, de dolor, de impotencia. Lanzó el vaso que tenÃa en su mano contra la pared, partiendose en pedazos, se arrodilló en el suelo llorando como un niño, con el corazón destrozado. Preguntandose Como hago para que MarÃa Elena me escuche ? Cómo hago para recuperar el amor de mi vida ?
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