La Sombra de un Amor
sido un golpe muy fuerte para la familia Rodríguez, sobre todo sabiendo que doña Carmen
se con periodistas, haciendo preguntas relacionadas con la muerte de su padre, que él se mantendría en comunicación con ella por correo electrónico, ya que tenía que dejar
por favor buscará una persona calificada para que tomase las riendas de la oficina, ya que Eli
e y en su rostro se reflejaba un gran cansancio y unos grandes surcos osc
yuno un Adobo Cusqueño, confirmo que todo los documentos tuvieran dentro del maletín, su computadora portátil. Cuando bajo del penthouse estaba un taxi esperándolo para llevarlo al Aeropuerto Internacional Teniente Alejandro Velasco Astete. Camino hasta la rec
estoy
tinario y con lo que Marco Antonio aprovechó para contarle todo a su amigo y pedirle el gran favor de su vida, saber todo de María Elena. Nunca le pidió saber de ella, en esos tres largos años, jamás h
tado ?. Pregunto Marco An
ios, extrañándote mucho Respondi
do sobre María Elena
ervios, no
intió lastima por su amigo. No podía negarle nada, sabiendo que él la a
capaz de matarme. Comentó Julio César, en tono de suplica con una gran sonrisa sarcá
e estaban ubicada en una es
, que desean
ate de coca y t
bién qui
ber sobre la mujer que amaba más que a nada en el mundo. Podrían pensar que, todo lo que estaba sintiendo e incluso haciendo, podría llegar a convertirse en su obsesión, pero no, todo lo que sentía e
favor. Pidió Marco Antonio, dán
allas a hacerle daño nuevamente
an sufrido y no podía evitar pensar en ella, en las lágrimas que seguro derramó por s
e sufrido much
pero tú papá se portó c
recuperar a la mujer que a
studios y en verdad quién tiene mucho contacto con ella, es Mariana. Y mí, me dijo claramente,
dolía saber que le había hecho tanto daño y no se lo perdonaría jamás. Su intención nunca fue esa, al contrario, la amaba y la seguía amando, incluso
decirte todo esto y sé
quedado callados, en un silencio incómodo. Julio César, aún no le había dicho nada de María Elena y en realidad había varias cosas que no quería y podía decirle. ¿Cómo iba a fallar a la promesa que le hizo a María Elena cuando regresó destrozada a Lima. No po
la única manera de poder conquistarla de nuevo, de
ño que trabaja como recepcionista
s el mismo hotel donde debo estar mañ
? Pregunto
amigo. Es el des
onquistarla y una gran sonrisa se dibujo en sus labios. Cuando se volteo a ver a Julio César, poco a poc
que hay algo más. La expresión
to tanto tiempo, pero no quería ser el causante de tú sufrimiento, por favor no me odies, ni me guardes renc
ar. Pregunto con voz r
años, saliendo con un
uede
e pasara, pero algo dentro de mí
con otro? ¿Y si ya no le quería? A lo mejor se había enamorado de ese hombre y había conseguido con él, lo que yo no le pude dar. Parpadeaba pa
gran dolor cuando escucho esas palabras de Julio César. Sus celos empezaron a tormentarlo y se preguntaba, Si ese hombre era bueno con ella ?
fue su culpa, por no haber confiado en ella. Él la echó a otros brazos y ahora no podía llegar como si nada y creer que ella, lo perdonará. Cuando llegaron al hotel, Julio César se estacionó frente a la entrada del hotel, Aloft Lima Miraflores, enseguida se acercó un valet parking, para abrir la puerta y tomar el equipaje de Marco Antonio. Cuan
pero que descanses y no pie
uilo,
venir a cenar a casa, vivo c
iana no le molestará? Pregu
Marco Antonio asintió reprimiendo una
r a su casa al día siguiente y se dirigió al interior del hotel. Estaba muy nervioso ¿Y si la veía y salía corriendo antes de si quiera saludarla
una muchacha morena, muy guapa. Y s
bservó, él nombre grabado e
de Marco Antonio Rodríguez. La recepcionis
guez, aquí tiene la tarjeta de la sui
ntes tenía que preguntarle por ella, así que se d
mó y ella vol
señorita María Elena Vasquez
cepcionista se extrañó que un hombre
s amigos. Ella asi
de tanto tiempo, pero no quería asustarla, haría las cosas bien. La recepcionista se le quedó mirando, ya que Marco Antonio se quedó con la mirada perdida, y, perdido completamente en sus pensamientos, aunque también en sus recuerdos. ¿Qué hará cuando
Mañana por la mañana la sal
edirle un
upuest
ada a ella, es
ana Elizabeth le había dicho. María Elena estaba hermosa, incluso mucho más de lo que ya era. Llevaba el pelo más claro, casi rubio. El corazón de Marco Antonio, latía frenético y se moría de ganas de correr hasta ella y encerrarla por siempre entre sus brazos. No podía dejarla escapar otra vez, no podía dejar que ella se
ticia, ya me voy
ierto ¿Cómo está tu hija?
aría Elena tenía una hija era algo que lo había dejado pasmado por completo. Julio César no le dijo nada sobre esa niña ¿Por
, hombrecito ese. Pero, Qué podría hacer? Cuando llegó a la suite, se aflojó la corbata que le ahoga, desabotonó los puños de la camisa después de haberse quitado la chaqueta y haberla tirado al suelo de mala manera. Estaba acalorado, eufórico, nervioso. Todo eso unido con el amor y el deseo que sentía por ella, se acumulaban en su
darse cuenta de lo que la amaba. Sería una tarea difícil, pero no imposible, aunque tampoco tenía interés en dejar de hac