A CUESTAS CON MI MADRE
ITU
LA VACA
na diva la madre de Ana, una avejentada mujer de unos setenta años pasados ya, y con gesto adusto y santurrón. Ana temblando de miedo, entró sin osar mirar a los guardianes de la santidad del “salón”. Marla por su parte como una vorágine arrolladora, entró sin miramientos, despreciando las dos manos que le tendían los porteruchos túngidos. Se acomodaron en la fila tercera, por indicación de un mangoneante acomodador, que dirigía el tráfico dentro de su reino. Al fondo una plataforma sobre la que reinaba un paisaje de una cascada de agua y al
e los jóvenes están tratando con tanta desgana y despreocupación. Pero aún lo es más, el saber que l
el aire y Marla se echó a reír
se es esta de santos que habla de chuparle la p
buena idea que viniese esta…
auditorio o sálgase de la re
mientos. Entonces se levantaron manos y el discursante cedió la palabr
ana” A
la palabra para así remarcarla con rabia, an
ntonio asqueado salió de la reunión, donde un túngido, esperaba
pensó que en efecto ellos no eran personas…-la revista
sin molestar demasiado y así librarse de al menos parte del terrible y anodino discurso, pero había tres túngidos, sentados junto a su madre y ella estaba justo en medio, por lo que hubo de resignarse. Martín levantó la mano, y todos miraron a su pers
ar de temas que se refieran a la Biblia y no a dedicar a interferir
su triunfo se diluía en una vorágine de voces, gritos y cuchicheos malintencionados. Los tres amigos aprovecharon para escabullirse y salir reuniéndose con Antonio, que s
ondoneeeees, esos túngidos que
estos túngidos?, ¿y la casa, la vaca y e
o no lo había escuchado yo nunca…de esta vamos
a madre de Ana, viene para acá…-dijo tem
as hacer esto…este hombre que has traído es el mismísimo a
eligibles, porque los cuatro reían a gusto y comentaban entre chanzas lo de la casa, la vaca y el río y chisteaban con chuparle o no “eso” al marido.
comenzaba a hacer su tímida aparición, dejando ver algunos brotes de margaritas y reverdeciendo el césped, los cafés quedaron olvidados, enfriándose en sus taza
…-una cosa discreta…de negro por
muy feliz así…de verdad-les
olo…un liguillo de esos de aquí te pillo
voran, bueno a ti no, a mí y a Martín, que somos tíos…-intentó disuadir a las d
ustivos y el que pase los filtros, pa ti pa siempre…ja ja ja ja. -Marla estaba di
ano”, tú te crees que esos tíos van a entrar en el j
bo?.Pues los gays también son tíos, querrán meter
en comisaría tras un
o devorarlo y se morían de risa. El no, claro…el temía lo peor, pero le compensaba saber, que al menos sería la segunda metedura
y camisa blanca de hombre, se cubría con una cazadora de tela naranja oscura y llevaba zapatillas deportivas rojas. Antonio que había sido “asesorado” por los tres “conspiradores” vestía camisa negra y pantalones negros, con botas a juego de tacón alto. Su chaqueta de tela, una americana entalladita le hacía parecer uno de aquellos macarras
imo, que desperdicio chiquillos…bueno ¿Qué te parece
erás de las orejas? Mira que ere
que parecen duros, tipo Clint Easwood…ese si ¿no?-insistí
más puro estilo Leather, se tomaba su Whisky a sorbos muy sonoros. Al ver
tía, te h
chito, es solo que le gustas a mi amigo, aquel del e
ivisar a Antonio, que no estaba mal para su gusto. Pero que una tía les
dillo vuestro de te pillo te follo y te olvido ¿vale? –Y diciend
es les iluminaban, confiriéndoles un aura que remarcaba sus evidentes músculos. Se acercó a ellos y ens
que dar un empujoncito o se quedará
, dile que venga, o mejor t
manos los cuatro chicarrones, que con sus copas en las manos, veían con buenos ojos a uno
istaaaa…dijo por lo bajo a Marla y Martín que e
cién conocidos amigos a Antonio que pronto hizo migas con el
proyectos alocados. Pero el lunes tornarían a la cafetería en que los cuatro volverían a reír. Era una
la mesa número dieciséis, y Marla como siempre to
y los tres chicotes, envidia que tenía
sentaba ante su cerveza y veía c
da de nada solo hablamos
as que no aprovec
í que pasó pero fu
rtirloooo, con lo que nos costó en
quel me llevó a su hotel, estaba aquí por razones d
itos para no asustarnos…-le recriminó Ma
a lo que ella por agradarl
con Iker…bueno da igual no me querrá ni ver
s has contado? Chiquillo estás l
se desde entonces nada de él. Mi madre está salvaje desde que Herta me dejó, no sé qué hacer con ella estoy inclus
inan las vidas os lo digo yo…que mujeres
o a la tarde cuando La Marciala no tenía reunión túngida, que se pasaba la semana dentro del “Salón del Cielo”. Llevarían cada cual lo que considerase adecuado, bebidas, tartas, canapés…todo valía. Cuando estuviesen juntas las cuatro las embarcarían en un viaje que las alejaría lo
stras atormentadoras madres y haremos de ellas mujeres hechas y derechas…ja ja j
ar una de las buenas de esas que no se olvidan pronto…pues una de esas. Antonio, con la ayuda de Ana, que había acudido a ayudarle, para hacer caus
id”!. Nada más llegó La Alfonsa, madre de Marla, esta le endiñó un “Dormid”, y ella que era beata hasta la médula, emitió escandalizada un gritito: “¡Uuuuuuuuh!, ¡pero si son revistas herejeeeeees! ¡Quita, quita! que esas cosas son de demonios na más…ya te d
lizada, esto marcha…je je –le di
colega, que tiene unos
eza. ¡Anda pues claro! en casa de su hijo ¡era la reina madre! Dejó las coca-colas en la mesa y vio que ya la ocupaban tres botellas de champán
a madre de Ana…-se pre
oy Alfonsa, la
a madre de Antoñito…es
en la ventana del salón, y riendo y conspirando, pensaron en el viaje que les podrían endiñar, para sentirse libres uno
madres buenas y sufridas, que nos hemos sacrificado tanto
os y La Marciala les hizo de guía, mostrándoles los dibujitos en que aparecían jóvenes “bien vestidas”, no co
e empezaba a sentir como la dosis de virus amodor
¡vas a comparar la casa la vaca y el río, con lo que d
da día, no puedo vivir…-cas
del Cielo…”eso nada, nada, no es problema, estás invi
dad y no lo que tenemos en la iglesia
mó La Marciala, que veía como triunfaba en la reu
l gaznate un canapé y lo empujaba con una copa de champán, que
vayan…a América por ejemplo…-dijo sin pensar
n a Arguijuelas de abajo, me vale…-se conformó Ana, cuyas palabras
undanos, rebeldes y paganos, cuyas vidas estaban muy lejos, de tener una casa, una vaca, y un río en Babilon
-se quejó Ana temiendo una segund
e duele decirlo, pero no vas a conseguir la casa,
a ese sitio tuyo?, ¡contadno
o sé no les llevo, que vergüenza pas