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Flores de invierno

Capítulo 4 El tribunal

Palabras:2643    |    Actualizado en: 12/10/2022

ITU

AL DE LA

ante sus ojos y convertirse en una mujer de férreas convicciones. Escuchó las graves acusaciones de ella, con el entrecejo fruncido, lo que no auguraba nada bueno para Ramón que ajeno a todo, no dejaba de llamar a María para aclarar el malentendido que había surgido entre ellos dos. Pero el teléfono de María se hallaba desconectado, y sus padres le decían que no quería salir de su

a simple vista. La reunión como si de un tribunal inquisitorial se tratase, fue reuniendo datos, que Marisa de buen grado aportaba, dispuesta a dar un golpe definitivo a quien había elegido a su amiga en lugar de a ella. El padre Bernardo, sacó una libreta de tapas rojas y negras, y escribió cuanto allí se decía, con sumo cuidado. Nada debía escapar al examen de su privilegiada inteligencia, al servicio de “La Obra”. El siguiente paso que decidieron dar, fue llamar a los

aba haciendo contra Ramón, y ver la determinación de esta de

el gobierno, y al que llegaban con cuentagotas las ayudas humanitarias. Tenía una cantidad de dinero considerable en un banco a su nombre, ya dispuesta para ser ingresada en la cuenta de la ONG, en cualquier momento. Pero estaba considerando solicitar de sus amigos, pequeñas cantidades para unirlas a la suya y así engrosar el total. Nada hacía pre

icación del padre Bernardo, que conocía a sus padres desde que ingresaron en “La Obra” y estaba orgulloso de poder decir, hasta entonces al menos, que era un alumno ejemplar, con capacidades que no habían pasado inadvertidas para quienes reclutaban a los supernumerarios, si bien, no les gustaba demasiado su persistente actividad con las ONG,

ado paseo. En su mente se reconstruía una imagen terriblemente escandalosa, de cómo debió suceder aquel repugnante hecho, en el apartamento de Ramón. Ni tan siquiera le concedía un margen

e entonces, su riqueza no había hecho sino aumentar al ir pasando de generación en generación. Sin embargo los Ordea eran una familia acomodada, sin pretensiones, que vivía en Ovi

no crees?. El padre Bernardo está de acuerdo con que se tome “la decisión”. Esta tarde hablaremos con sus padres, después de hacerlo con el afectado-pronunció la palabra como si de una enfermedad se tratase-reanudaremos nuestra

ad ajena a cuanto en ella se desarrollaba, que no fuese, el trabajo cotidiano, y el

e se les tenía que decir. La voz ronca del padre Bernardo, resonaba ya como una sentencia en medio de la estrecha sala forrada de

o levantándose el padre Julián dando por termi

mesa redonda, sobre la que descansaba un florero de cristal de Murano, tallado exquisitamente, conteniendo flores frescas, dalias amarillas. Ramón miró como la luz se acercaba a ellas, como por un ensalmo que la atrajese para permitir así, el milagro de la fotosíntesis. Como el f

otros-le extendió la mano indicándole que pasase adentro. Ramón, penetró en l

los dos sacerdotes, y el lego presentes, fren

Pierre.-Cuéntanos que es lo que hiciste con esa mujer, y que te incitó a ello hijo, sincéra

no ella. Dicho esto, pasaré a contarles lo que sucedió en realidad. Con voz segura, les fue relatando, como Ana acudió a su

etería, antes de veros en una situación, que sobrepas

o le estaba espiando María?-en su cara se pintó esa expresión

su marido le había propinado. Le hice entrega de algún dinero para sus gastos más inmediato

presa, y la que la recibió fue ella, no le resultó nada agradable como comprenderás…tienes la conciencia cargada, y lo

y en ese momento, apareció María con su amiga Marisa Ordea. Creyeron que había sucedido algo que nunca ocurr

mejor para ti, y para tu familia…¿Cuánto hace que os ve

mos ninguna relación que no sea la de dos buenos amigos que colaboran en la mis

expresión de incredulidad. Aquellos tres hombres le juzgaban condenaban y ejecutaban, sin que sirviese de

ara que le demos carnaza. Ahí tras esa puerta, -señaló –se espera nuestra decisión sobre este asunto, y créeme no es n

a ejecutarme en la hoguera, como e

sponsabilidad en los hechos-Le sugirió el padre Bernardo, que d

ignoraba que se diesen reuniones de este tipo, en las que se atornillase a uno

sición”, nos estás tildando de poco menos que de ser Torqu

os nada en limpio.-As

no serás bienvenido a nuestros centros de reunión, yo tenía muy clara l

ias a su familia, y a el mismo. Cuando le anunciaron que hablarían con sus padres para notificarles su decisión, y que también

ernardo, sin dejar entrever que le preocupaban las generosas donaciones que solía hacer la familia Di Marinia-ahora si nos disculpas tenemos que tratar otros asuntos…¡ah!Ramón,-le l

de hito en hito, y les re

pero quitan

e qué habría querido decir, y se enco

por las calles sin rumbo fijo, permitiendo salir de su mente los pensamientos más negativos que nunca tuvo. Sin darse cuenta, al alzar la mirada, se vio ante una cafetería, y entró. Con la cabeza baja, y el pelo revuelto, parecía un desheredado que vie

ver acercarse, le habló des

visto con Ana algunas veces por

a se había olvidado de ella. Que injusto es el ser hu

portunado…-se excusó el camarero, al ver que no respondía a lo

toy…estoy…da igual, si soy am

o eso debe explicárselo ella, no yo.-Trató de enme

onarse para mi…-le miró con ojos h

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