Te amo con todo mi corazón
Autor: Nevaeh Avery
GéneroRomance
Te amo con todo mi corazón
Josie estuvo a punto de perder el equilibrio cuando escuchó la confesión de su hija. Tuvo que retroceder un paso para apoyarse contra una pared.
"¿Qué sucedió?", preguntó con voz temblorosa.
"Mamá, yo...". Rosina se sentía tan avergonzada que no podía decir la verdad. Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas sin control.
"¿Quién es el padre?".
Josie sabía muy bien que su hija jamás había tenido un novio en la escuela. ¿Cómo pudo haberse embarazado?
Rosina se mordió el labio inferior y bajó la cabeza, incapaz de decir ni una sola palabra.
"¿Por qué no me respondes?", preguntó Josie agarrándola por los hombros. "No puedes tener ese niño. ¡Vamos al hospital en este mismo instante!".
"¡No!". La chica forcejeó y se liberó del agarre de su madre.
Pero a pesar de lo mucho que rogó, Josie se negó a cambiar de opinión. Ese mismo día llevó a su hija al hospital.
Josie la dejó en el pasillo para obtener el informe de la prueba.
Sentada en un banco, Rosina se cubrió el vientre con ambas manos mientras sollozaba en silencio.
"Oh, Caldwell, estoy bien. Relájate. Es solo una quemadura menor". Sonya llevaba un ajustado vestido negro que acentuaba perfectamente su figura curvilínea. También tenía una chaqueta sobre los hombros. Caldwell estaba caminando a su lado. Llevaba una camisa arremangada, dejando al descubierto sus musculosos brazos.
"Pero si la quemadura no se trata adecuadamente, puedes tener una cicatriz", explicó con paciencia.
Sonya levantó la cabeza para mirarlo. "Si deja una cicatriz, ¿no me amarás más?".
"¡No digas tonterías!".
Sonya se rio como una colegiala.
Al escuchar las voces familiares, Rosina alzó la cabeza y vio a Caldwell y a la mujer caminando lentamente hacia ella.
Parecían estar hechos el uno para el otro.
Rosina se sintió ridícula.
"¡La siguiente es Rosina Bentley!". De repente, la puerta del quirófano se abrió y la enfermera gritó su nombre.
Era demasiado tarde para que ella se escondiera.
Caldwell se dio la vuelta y frunció el ceño cuando sus ojos se encontraron.
Luego, leyó la palabra "quirófano" sobre la puerta.
¿Qué diablos estaba haciendo esa mujer aquí?
Esa mañana había fingido preocuparse mucho por el bebé, ¿y ahora estaba teniendo un aborto?
Sonya siguió la mirada de Caldwell y vio a Rosina.
Al ver su pálido rostro, sintió que le resultaba un poco familiar, pero no lograba recordar dónde la había visto. "¿La conoces, Caldwell?", preguntó con curiosidad.
"No", respondió él apartando la mirada.
Su mente ya había hecho una imagen de Rosina: era una mujer promiscua y salvaje que había quedado embarazada antes de casarse. Fingía amar a su hijo frente a él, pero ahora estaba abortando a sus espaldas.
¡Qué mujer tan malvada!
Rosina se levantó torpemente, inclinó la cabeza y siguió a la enfermera hacia el quirófano.
Sonya tragó saliva con inquietud al notar el enojo de Caldwell. Luego, tiró de su brazo. "Caldwell", murmuró.
"Vamos", espetó él con una expresión gélida.
Sosteniendo su brazo con más fuerza, Sonya miró por encima de su hombro hacia la puerta del quirófano. Sus ojos se oscurecieron.
A juzgar por la reacción de Caldwell, Sonya supuso que no le estaba contando algo. Pero ella había estado a su lado durante muchos años y nunca hubo otra mujer en su vida.
Entonces, ¿quién era esa chica?
¿Cómo podía influir tanto en su estado de ánimo?
"Caldwell, esa chica...".
"No te preocupes por personas irrelevantes", respondió él con indiferencia.
Sonya no hizo más preguntas y decidió dejar de lado ese asunto.
Mientras tanto, en el quirófano, Rosina se estremeció al ver los instrumentos de acero.
"Por favor, acuéstese", indicó el médico.
"No abortaré". Rosina negó con la cabeza y salió corriendo.
Estaba yendo tan rápido que no vio por dónde iba y chocó contra un hombre.
Rosina retrocedió a toda prisa. "Lo siento, señor...", murmuró de inmediato.
"¿Rosina?".