Seduciendo al coreano
un nuevo mundo que le era desconocido y, su creador, la había abandonado antes de siquiera presentarse. Y no era porque ella no lo hubiese intentado; de hecho, no había hecho otra
había estado tan obsesionada con ser amiga de las dos alumnas que conoció
e clases y a la salida del campus. Puede que, si hubiera logrado contar con su apoyo, todo habría s
iempre tenía un tema de conversación listo para que no hubiera momentos incómodos,
penas tenían veinte minutos antes de separarse y comenzar con la tortura diaria. Así que, en cuan
u empresa, y si lo hago bien me ofrecería un empleo. -Paola escuchó el leve murmullo de
era sincera consigo misma tal como lo era cada noche antes de ir a dormir y desahogarse con Dios, sus motivos para acercarse eran egoístas. Se había convertido en una pecadora lujuriosa, y se avergonzaba de su comportamiento. ¿
inaba como si sus pensamientos estuvieran en otro lugar. Parecía atento y caballeroso, en más de una ocasión lo vio sonreírle a Jandri antes de ayu
ervía de mucho. Seung era coreano, tenía dos años más que ella y era el amigo inseparable de esas dos harpías. Al parecer se mudó a Japón con su familia siendo un niño y en aquellos momentos se encontraba estudiando en Barcelona porque su hermana vivía allí. Comenzaba a aborrecer a esas dos mujeres por
te de su cuerpo, cada centímetro de su piel, cada dedo, cada pie, sus carnosos labios bien delineados, ese cabello oscuro que brillaba como si fuese a diario a la peluquería. Tan distinto al suyo que era opaco y sin vida. Si pudiese agregar algo más para honrar y respetar cada día de su v
rrer en las mañanas junto a Seung; como su condición física era muy por debajo de la media -a decir verdad, era nula-, se quedaría rezagada y podría delei
do hacer otra cosa. El problema es que no puedo depender de tus padres para hacerme de chofer, y si me aceptan tendré qu
muró, poseída por el
ad que pugnaba por salir. Su amiga la miró con los ojos muy abi
ao alzó los hombros y ladeó la cabez
iversidad no está yendo como había
s. Podía contárselo, Dios sabía que necesitaba alguien a quién confiar todos los detalles que descubría a diario. Porque si bien cada noche acudía a su fiel consejero, en aquel momento de su vida necesitaba obtener una respuesta. En tan
hemos dejado de hablar. Salí en varias ocasiones a entrevistas de trabajo y tú ni me preguntaste cómo me fu
guntas. Puede que estuviese siendo un poco egoísta al centrarse solo en sus problemas; al esforzarse en mantener la vista fija en ella para aparentar que la escuchaba, y que no volvía a diva
ronca y masculina, pero cada vez se le dificultaba más. De hecho, lo habría conseguido si no fuese
n los idiomas, si Aledis no hubiera sobornado a la madre superiora con las suculentas donaciones para hacerla aprobar esa clase con buena nota... Si en lugar de conformarse con eso se hubiese aplicado, podría a
que le sonó a zorri y algo nervioso prosiguió su camino. No la ayudó a levantarse, parecía tener mucha prisa por alcanzar a Al
había escuchado decir: estás muy rara... y tras eso bla, bla, bla, Seung. En algún momento la apartó para que nada se interpusiera entre ella y la celestial visión. El hombre de su vida mi
ola! -María gritó y la golpeó con la mochil
partó la vista de Seung para esforzarse en diri
o que me contaste! -después de su alarido no pudo hacer más que tragar
pero alzó el brazo enseñando en toda su magnificencia el dedo corazón apu
dio cuenta de que no sabía nada de cómo le había ido en aquellos días. Estuvo tan perdida que no recordaba más que haberla ignorado todo el tiempo. Se sintió mal, y juró que corregiría su actitud en ese mismo insta
porque en la última el profesor me calificó con un cinco. Hasta yo podía
y la abanicó frente a su compañera-. Él ocupa su tiempo en hacer las
necesitaría; pero ese tonto no me mira el escote
ue grosera llamar
los estudiantes para que hagan lo que quieres. Con Seung fue muy fácil, el pobre se deshidrata de tanto babear cuando me ve, lo conv
s el pobre las perseguía como un perro faldero sin entender nada de lo que decían. Aunque las muecas de disgusto que esbozaba indicaban lo contrario. Tenía muchas palabras en la mente, incluso intentó recorda
pu-puedo ac
trasero, pero no duró más que un par de segundos, porque al
la friki otra vez. Menuda lapa, te ju
da, y así lo hubiese hecho si no fuera porque por apenas un efímero lapso su mirada colisionó con la de Seung. Éste le dedicó una leve sonrisa que parecía compasiva y siguió