Seduciendo al coreano
Elián desde el más profundo cariño; la hija adorada y consentida de la prestigiosa diseñadora Aledis Belleti y Brais Montenegro el genio
aola no podía entender cómo una hermosa historia de amor podía acabar de esa forma, con ella entre rejas y arrastrando en su locura a todas sus amigas
idente, sentía la nariz despellejada de tanto llorar y limpiarse las secreciones con un trozo de tela rasposa. Sus padres iba
ba entender. Como el momento en que Alejandra paseó el dedo índice a través del cuello mientras murmuraba que la haría desangrarse poco a poco. Sintió un
rlo, secuestrarlo, hacer que se casara con ella de un modo inocente e intentar consumar el matrimonio para que se hiciera legal a ojos de Dios. Porque eso de casarse en una ceremonia oficiada por
r fin al hombre que había adorado desde que tenía dieciocho años. Uno que había perdido y que no pensó volver
», aunque había escuchado muchas veces a sus padres decir que esa era la excu
? Seung, su amado marido, debía estar loco por ella, no loco por librarse de su presencia. Tendría que sentirse halagado por todo lo que era ca
imera vez y, una mujer con dotes para ser una buena esposa, o una buena monja, se convirtió en una falsa degenerada sexual, ya que no había c