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Seduciendo

Capítulo 6 La llamada

Palabras:2593    |    Actualizado en: 16/06/2022

í de falta de cariño estoy?, le mandé mi número a un desconocido». Se arrepintió, pero ya era tarde. Momentos después l

s años que dejé la deb

lvió a sonar. Decidida deslizó el dedo y descolgó, pero no f

nombre la hizo estremecerse. «Dios mío que

. «Ni siquiera sé cómo s

ír. Era una bipolar, pasaba del llanto a la carcajada en cuestión de segundos. Se acla

ién

te encu

cio incomodo se hizo entre ellos, cada

alegra mi vida en estos momentos.

cido suspi

elicidad, es lo que da sentido a

ceja, incrédul

curiosa, cualquier información que l

motivo, necesita

mbre escapando de él la estremecía—. No llamé para hablar de mí, es

deseara negarlo, que ese desconocido se preocupara

que me pase? «No creo qu

mismo lo sé. Lo único que tengo claro

ar de palabras aduladoras de un acosad

on quién no muestra su rostro? «¿Y si tiene cincuenta años y es un vi

ea? —la voz del hombre te

ostro a la persona que me provoca son

o si sus palabras le qui

marme Cris…

bre por más que le tra

ecidió preguntar para espantar la

tas preguntas que n

mos al señor

cretos. —Ella sabía mejor que nadie q

las palabras con un toque seductor que le provo

de su voz provocaba todo aquello, qué no haría con sus manos. «Estás m

al jardín. Apretó el teléfono frustrada, quería seguir hablando con ese hombre, pero si s

gar —emitió, con d

go que te

rario. Si algo me importuna es que me gus

le tus

e mí. —Lo escuchó reír, aunque algo le

o que quiero? Dime algo

mis pensamientos después de termi

a pasando? Lo hombres le decían cosas parecidas todos los días. «Mentira, te miran e

no, t

creo que estamos progresando

por el que luchaste, el que quieres y deseas más que nada por

cial antes de contestar, y ella esperó con lo

valora, que se marcha de nuestras vidas como si no importáramos. Haría lo que me hiciera estar bien con mi con

de ganar un revolcón en su ca

es de colgar—. No desaparezcas,

ho, mi angel

dispuesta a enfrentar su pasado de nuevo y a ser fuerte una vez más. Ese consejo caló más hondo de lo que ese hombre alguna vez imag

auto. Se colocó bien la ropa, dio un sonoro suspiro y c

colate blanco con relleno de fresa —escuchó l

ate, i

niña! —dijo el amig

l genio, podemos hacértelo

ficaban aquellas palabras. Odiaba

Soy mucha mujer para tan poca cosa. —Enredó la mano e

la vez que escuchaba

ua

ncuentro de su madre. Seguía en e

vantó la vista y se

cionada—. No puedo c

¿no crees? Más que nada porque hay unos niños qu

sí, discúlp

ella a la persona que le dio la vida después de tanto tiempo. Sintió los brazos de su madre rodearla con fuerza, y escuchó los sollozos sin estar s

e, estás llena de tierra. ¿No ves

la emoción. Pasa, tu pad

cas de pintura en la pared. Las rayas que sellaron cada cumpleaños. Sus padres la colocaban junto al muro desde que logró mantenerse en pie. Junto a la c

e una vida plasmados en la pintura. Dolía tanto, ellos no eran los culpables de

esta pared. —Sacudió la cabeza inte

la casa necesitaba una manita de

erlo que asumir l

dría borr

visitarlos. —Quiso seguir el camino y encontrarse de una vez c

era,

ad junto a la pared, abrió el cajón de un m

era servirá, seguro ya está

y Aledis quiso huir, pero se quedó

ver a verte junto a esa pared —el tono de melancó

ue parecía que con los años se había vuelto más pequeña, e

estos, es trampa. —La escuchó reír—

ca para ver con comodidad. Se encontraba tan absorto en la imagen que ni siquiera se percató de que tenían visitas.

ien llegó —lo int

xtendió por sus mejillas y saltó de la silla con rapidez, y la agarró de los brazos como si fuese una marioneta.

ntos, la única persona del sexo masculino q

n cerca —susurró, escondiendo el

sas manos le acari

acha, las cataratas n

pa al agua. —La apretó con m

n que tu padre ya está viejo, que tanto trabajar me hizo enve

sintió que en cualquier momento se pondría a llora

udo ver un brillo de

ño, te a

ar en el habitáculo

tá tan ojeroso? Si parece sal

nfarto —el tono de su voz fue som

, pero no lo admitiría, era mejor des

é no me a

estar muerto y

upongo que no escuchaste el teléfono. Tampoco devolviste l

sultar más inoportuna a la hora de llamar. «Estaba dándole una alegría a mi cuerpo. Aunque, lo cierto

un infarto hace tres

s olvidado de tu

a tus tonterías, mamá, me marcho. —La mano

que enfermó. Sobrevivimos porque hago algunos trabajos limpiando para otras personas.

ro seguir escuchando ta

ía. Vendí casi todos los muebles, dormimos en un colchón en el suelo. Y no dieron demasiado por ellos,

r Dios, solo son dos. ¿Ac

acostumbró a ser una perra y a tratar a todo el mundo con la punt

nos desahucian. —«¿Qué haré si eso ocurre? ¡Ay no puede ser!»—. Si fueras una hija diferente, solo te pediría que nos ayudaras a pagar la hipoteca. Pero siend

razón por más que estuviera de acuer

en mi empresa y tengo la cuenta bancaria en números rojos. Aún fal

nte de su padre sin despedirse y corrió hacia la salida. El remordimiento la e

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1 Capítulo 1 Una perra muy ladradora2 Capítulo 2 Un ángel3 Capítulo 3 Una declaración de amor4 Capítulo 4 Odio mi pasado5 Capítulo 5 Un número6 Capítulo 6 La llamada7 Capítulo 7 Cuenta conmigo8 Capítulo 8 El pasado no se puede ocultar9 Capítulo 9 Cuida de mí10 Capítulo 10 Es él11 Capítulo 11 Aunque sea fea12 Capítulo 12 Contratado13 Capítulo 13 Extrañándote14 Capítulo 14 Seré todo lo que necesites15 Capítulo 15 Te odio Remedios16 Capítulo 16 La bomba de tiempo17 Capítulo 17 Celos18 Capítulo 18 Ahogar las penas19 Capítulo 19 Me ve como un amigo20 Capítulo 20 Mala conciencia21 Capítulo 21 Atrapada en la soledad22 Capítulo 22 No soporto extrañarla así23 Capítulo 23 Arreglando pendientes24 Capítulo 24 Una cita inesperada25 Capítulo 25 La verdad sale a la luz26 Capítulo 26 Dos destinos entrelazados27 Capítulo 27 Esto no me puede estar pasando28 Capítulo 28 Sin rumbo29 Capítulo 29 Enamórate de nuevo30 Capítulo 30 Lo haremos juntos31 Capítulo 31 Ya nunca lo sabrá32 Capítulo 32 Lo más difícil es decir adiós 33 Capítulo 33 Estoy loco34 Capítulo 34 ¿Es que no me ves 35 Capítulo 35 Alcohol y amor no son buenas mezclas36 Capítulo 36 Es hora de afrontar la vida37 Capítulo 37 Mamá estoy de vuelta38 Capítulo 38 Nuevo trabajo39 Capítulo 39 Felicidad agridulce40 Capítulo 40 El plan de Elián41 Capítulo 41 El ritual42 Capítulo 42 Una boda y sentimientos encontrados43 Capítulo 43 Todo tiene su fin44 Capítulo 44 Epílogo: primera parte45 Capítulo 45 Epílogo: segunda parte46 Capítulo 46 Extra47 Capítulo 47 Hay amores que marcan48 Capítulo 48 Una noche fuera de lo corriente49 Capítulo 49 Decisiones sin retorno50 Capítulo 50 El amor duele51 Capítulo 51 Deseo lo que tiene él52 Capítulo 52 ¿Desayunas conmigo 53 Capítulo 53 No me atrae, es el embarazo54 Capítulo 54 Un falso regreso55 Capítulo 55 La música amansa a las fieras56 Capítulo 56 Si soy tu negrito deja que te dé mi negrote57 Capítulo 57 Reencuentros fatídicos 58 Capítulo 58 De vuelta a la realidad59 Capítulo 59 Ella es mi novia60 Capítulo 60 Atracción61 Capítulo 61 Momentos de locura62 Capítulo 62 Madame blavatsky63 Capítulo 63 Maldiciones64 Capítulo 64 Confesiones65 Capítulo 65 Voy a ser padre66 Capítulo 66 Un garbancito67 Capítulo 67 ¿Quién es el padre 68 Capítulo 68 Un trato no hecho69 Capítulo 69 Amenazas70 Capítulo 70 Lo amo71 Capítulo 71 Hasta que solo grites mi nombre72 Capítulo 72 Dejarla ir 73 Capítulo 73 Una nueva vida junto a Elián74 Capítulo 74 Es un súcubo demoníaco75 Capítulo 75 Los absurdos planes de Elián76 Capítulo 76 Consecuencias 77 Capítulo 77 ¡Ay, la que he liado!78 Capítulo 78 Toda la verdad79 Capítulo 79 Decisión tomada80 Capítulo 80 Se fue sin decir adiós81 Capítulo 81 Los miedos quedaron atrás82 Capítulo 82 Epílogo Final