La mujer de los tres dominnantes
de apenas dieciocho años lloraba con intensidad mi
su alrededor la detallaban
nguida y aspecto frío como el hielo, se le
completo el corazón de la chica, que, no terminaba de comprender el extraño comp
sollozo-, cualquier cosa que te hay
ien, no finjas. Mírame a los ojos -le indicó, y ella lo hizo temblando-. Recuerda, no me casaré
é me haces esto?. ¿No piensas en n
manecer ni un segundo más en ese sombrío salón, se giró y antes de salir por la puerta, sin mir
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ES DE
se día como si
re y, renací gracias a otros dos que con el
del 15 de jun
ba, y un frío recorría toda mi
da, me había hecho suponer de inmediato que me
posición de decúbito lateral, como un
nto con mi sangre, inevitab
e, sin embargo, mis párpados pesa
hacerlo. Mi mente estaba aún cons
rte, escuché unos gritos. Gritos de chicos que al parec
arentemente cerca, al escucha
ó el otro-, ¡Mi moto
son. ¡Ven! ¡Escondám
amente moverme y reaccionar para pedirles ay
tónito la voz del que h
o. Me había
nía con él, con una voz seria y algo ronca-
é ha
stro probl
imada, podría m
enos para correr y esconderse -gritó un policía que merodea
hh!
ente, de lo que sucedía entre ambos, pero era claro que para ellos era urgente no deja
de nuevo en moverme. Lo logré u
ó angustiado, Jeremy. Él era a
laramente, con ese carácter desinteresa
s a ayudar,
ese tamaño, vas
rta, lo
migo ―se lamentó, Jackson―. Yo te as
mis ojos y mis labios. Quise pronunciar u
e en comunicarme con ellos, como sea, porque poco a
rando por las piernas, y parece que también le han golpeado fuert
uesto corazón de hielo―. Ya deja de hablar, si no, n
un poco de tranquilidad. Yo creo que, si Jeremy no hubiese s
speranza intacta, pude te
lo que deberían hacer conmigo, sentí que Jackson con un eno
porque en ese momento recordé como había
no podía creer aún, lo que esas pers
en un estado
quien más apreciaba y amaba en mi vida, me había tra
insoportable y, aquello que más me dolía intensamente debido a cada m
leto, asimilé que era un hecho: Mi hijo ya no est
., la familia Oxenford, aquel día sin la