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La maldición de un mujeriego

La maldición de un mujeriego

Autor: Liz Por
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Capítulo 1 La telepatía no funciona

Palabras:1381    |    Actualizado en: 15/11/2021

como rey y señor del universo conocido. La estupidez me impidió comprender que el imperio gobernado solo existía en m

ta a la que falta el destinatario porque va dirigida a

versión libidinosa? —La doctora Nambindengue clavó en mi r

ta de mi yate o haciendo una de las mías bajo las sábanas de una linda chica. El llanto de Micaela Rodríguez siempre me ha puesto a l

ental. Como un cachorro amaestrado, le obedecí. Opté por comportar

e, responde! Dante, llamando a Micaela. Inventa que el fantasma de la abuela te ha revelado la ubicación de un tesoro, o que Donald Trump te ha propuesto matrimonio, o di que

clavaba en mí una mirada aterradora no era la amorosa mujer que se había

ernas, Dante. Te compor

a en su cerebro un sitio macabro o por la antipatía que produce un mujeriego en los cr

él. A una mujer le era mucho más engorrosa la comprensión de mis… llamémosle preferencias sexuales y así no suena tan mal. Ellas se enca

la voz se me acuarteló dentro de la boca. Cuanto lograba decir se resumía en un par de suspiros. Créanme q

interrogante? —emitió un alarid

de mis manos y no al esfuerzo de mi cerebro. ¿Cómo iba a contestarle si siquiera tenía idea de lo que ella hablaba? Para hacerlo debía

s de ganar algunos minutos de libertad, hubiese consultado el Intern

o es lo mismo pensar en frío que hacerlo c

onderá o pasamos a un punto

a la clara aversión hacia mí. La situación er

. ¿Formularía su inter

la lengua y suspiré a pulmón lleno.

cía un idiota, después de despegar los labios fui pasado al grupo de los l

or Mu

llamarm

presenciar el pase de lista en la puerta del infierno. Apreté los puños y bosquejé la s

los bolsillos de su pantalón. Con gusto

o funesto: la telepatía no funciona. Al menos, no cuando está de por medio un a

e generar sus deseos carnales más violentos y convertirle en un cazador sin escrúpulos, un vicioso del sexo con tendencias libertinas, un ser sin sen

xpresión furibunda. El aire se cargó de violen

a, y una promesa a una madre siempre ha de ser cumplida. No podía esfumarme y dejar a la doctora con los colmillos afilados y sin probar la sangre de su víctima. Ya

darme que, pese a que era mi cuenta bancaria la que pagaba la conversación más cara de la historia de la humanidad, mi actitud le

s riñones en la carretera para pagar el cheque d

pero no valía la pena alimentarme con falsas esperanza

ercaron y giraron en un frenesí desordenado. Poco a poco,

smaban. Pero, por más que lo intenté, no encontré una respuesta que sat

rna. Acorde a mi antigua maestra de la catequesis, se debía a las largas piernas rasuradas de mi profesora de preescolar. Mientras los pueblerinos de Calabazas se gastaban e

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1 Capítulo 1 La telepatía no funciona 2 Capítulo 2 La herencia de mi padre3 Capítulo 3 Operación " Robo de Jardín "4 Capítulo 4 Visita nocturna 5 Capítulo 5 Más problemas que un libro de matemáticas I6 Capítulo 6 El silencio de Pepe Grillo o más problemas que un libro de matemáticas 7 Capítulo 7 Un regalo maldito8 Capítulo 8 Ausencia9 Capítulo 9 Génesis de un mujeriego 10 Capítulo 10 Secuestrado por una mezcla de leviatán con Kraken I11 Capítulo 11 Secuestrado por una mezcla de leviatán con Kraken II12 Capítulo 12 Emociones desordenadas 13 Capítulo 13 El monstruo del Lago Ness14 Capítulo 14 Decisiones malévolas15 Capítulo 15 Consecuencias nefastas16 Capítulo 16 Consecuencias nefastas II17 Capítulo 17 Consecuencias nefastas III18 Capítulo 18 Paradoja19 Capítulo 19 Desterrados20 Capítulo 20 Hipnosis voluntaria21 Capítulo 21 Dentellada22 Capítulo 22 Entre un bicho y una bruja I23 Capítulo 23 Entre un bichos y una bruja II24 Capítulo 24 Preparativos 25 Capítulo 25 Escollos 26 Capítulo 26 Pervertido romántico 27 Capítulo 27 La pequeñaja impertinente28 Capítulo 28 Un bribón explorador29 Capítulo 29 Cuenta regresiva 30 Capítulo 30 De cacería 31 Capítulo 31 Nambindengue, ¡a la basura!32 Capítulo 32 Deseos carnales33 Capítulo 33 Un espectáculo en vivo34 Capítulo 34 Una piedra en el zapato35 Capítulo 35 Perfiles de camaleón 36 Capítulo 36 En una lata de conserva37 Capítulo 37 Continuos desaciertos38 Capítulo 38 ¡Trágame, tierra!39 Capítulo 39 Medidas desesperadas40 Capítulo 40 Violador con novia41 Capítulo 41 Jugueteos de parejitas42 Capítulo 42 La culpa43 Capítulo 43 Había una vez44 Capítulo 44 ¡Putas películas!45 Capítulo 45 La última raya del tigre46 Capítulo 46 ¿Felices para siempre