Tú la elegiste, ahora me verás desaparecer
e vista
e los muelles de la costa
esado y bajo, amenazando con una tormen
vaba en mis costillas, un peso secreto. Él pensaba que llevaba el suéter de c
el laberinto de contenedores de envío
-lo corregí
que pudiera hablar, el elegante perfil de un
ago se r
do altos para el pavimento irregular y una gabardina bl
paso hacia nosotros. Pasó su brazo por el de
itó de encima. -Es peligroso aquí, Sofía
-dijo, mirándolo con una a
to al coche. Me dio un asen
la h
ncreto mientras tres camionetas daban
n AK-47 en alto. Llevaban los ta
Dante, empujando a
babilidades eran fatales. Los rusos tenían
pal. Era una montaña de hombre, su rostr
mbó Nikolai-. Construis
ante-. Estás vio
da -Nikolai hizo una
s, unas manos me agarraron. Manos rudas y
ongeló. Tenía dos objetivos que
de su cañón contra mi sien. Uno de sus soldados s
ijo Nikolai-. Me siento genero
luto, roto solo por el chapoteo d
o -dijo Dante
-¡Dante! ¡Por favor!
ido. Simplemente
re que me había sometido a un submarino hacía tres días porque m
ntó Nikol
i calma. Vio el acero que él había forjado. Luego miró a So
o. Siempre hac
a es dura. Puedo recuperarla
la chica
ndidas en el aire húmedo co
Dante. Ella se arrastró por el pavime
pero sus ojos est
i*, articuló c
rré-. No
apretó e
o en mi pecho. Dejé que
s, fuera del b
oscura me tra