Tú la elegiste, ahora me verás desaparecer
e vista
brieron de golpe, rebot
el primero
lo, agarrándose el brazo sangrante, el blanco prístino
máscara de shock congelado, la navaja yaciendo acu
a y húmeda de lágrimas. Me señaló con un d
Luego, lentamente, lev
cilación. Ni búsqueda de la verd
-ladró a su
e que pudiera siquiera respirar. No luché.
mi voz temblando a pesar de mis mejores es
ncio!
ndo su fino pañuelo de lino contra l
rden, se levantó
ectó con mi pómulo ante
a atrás. El dolor explotó detrás
e sobre mí como un dios oscuro
escupiendo sangre sobre
ó Dante, dándome la espald
n inútilmente contra el suelo mientras me arroja
. En el centro de la habitación había una sillaron. F
s después,
s mangas con movimientos precisos y metód
mple jarra de p
guardia llevaba u
eló. El hielo
. Conocía m
beza en un balde de inmundicia para mantenerme callada. Ahogarme era mi terror. Era lo que m
usurré-.
moción, vacía-. Atacaste a un miembro de la famili
la
l guardia se adelantó y col
ridad m
lo -dij
N
nó la
a se d
a como una segunda piel asfixiante. Intenté inhalar, pero so
mpo se disolvió. Estaba de vuelta en la jau
rzando las hebillas. No podía respirar. No podía ver
de ve
a arrancó
ba en ritmos desesperados y entrecortados. Temblaba tanto qute-. Di que la lastimaste porq
bello estaba pegado a mi cráneo. Mi maquillaje corría e
go se fracturó y se
. -re
¿
ronca y rota-. Te odio má
eció una grieta en la armadura; pareció herido. Lue
vez -o
ó a mi cara. El
pia casa, torturada por el hombre que había j
a a d
dest