Escapando de la jaula: Me casé con su peor enemigo
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garró la mano con fuerza mientras ent
ahí para
el médico de la familia
guraba que yo la había vendid
ment
reyéndole a la mujer que sollozaba en sus brazos po
e, Elena
e inyectaban fuego líquido en las
a alimentar a los perros que me aterrori
n un congelador para
ompió no fu
os con Sofía, con la intención de exhibirme
a de que Elena Monte
uego a la habita
as en las cenizas y d
ués, Dante me e
llas, suplic
muertos y le entr
ate
ma en que creeré
ítu
no con fuerza mientras entraba a la habitación insonorizada. Era un
el médico de la familia
as, yo la había vendido a un burdel hacía
habitación. Roble macizo. Corre
miré a
que me había recibido en el altar hacía solo dos años. El hombre que
te, Ele
aba legiones de sicarios y hacía temblar a los jefes de plaza riva
e en agua bajo mi cuerpo-. Está mintiendo. No la cono
una manta... mi manta, me di cuenta con una sacudida de náusea. Levantó la vista, con los ojos rojos e hinchados-. T
a manta se
su espalda eran visibles: marcas de hierro candente, quema
tensó. Una vena peligro
eza del gesto hizo que la bilis subiera por mi garganta. Él
tregando los ceril
irarme a los ojos-. Su ADN coincide. Su testimonio coincide co
y inestab
e, sus movimientos sincronizados y b
era una sobreviviente. Había salido del arroyo a garras
en la silla. Las correas de cuero me mordieron las muñe
ente m
retorcido y oscuro sentido del deber. Me miró como un jue
aja-. Estás enferma, *tesoro*. La culpa ha torcido tu ment
hacia el
en su interior era de un amarillo pálido y enf
peando el vidrio para eliminar una burbuja de aire-. Le ayudará a acceder a los
-dijo
ó en sus brazos, cubriéndole los ojos para
atraves
eg
venas, abrasando mi sangre. G
itación comenzó a girar. Los colores se mezclaron, derritiendo el mun
e -gr
toy contigo, Julia. Ya estás a s
comenzaron a
años. Desaparecida. Reemplazada por un recuerdo de m
él. Desaparecidas. Reemplazadas por mí
metálica inundando mi boca-. E
retumbó desde todas partes y ninguna, un
co. Era la sensación de que me extirpab
Le estaba acariciando el pelo. Le susurraba c
ía sentido por Dante Montenegro d
ri
oscuridad