Escapando de la jaula: Me casé con su peor enemigo
te
líquido que no hacía nada para caut
como para igualar el va
a luna que se filtraba por las persianas. El anillo yacía sobre el escritorio de caoba
uerta cruji
eda negra, lo suficientemente transparente como para insinuar el
rcándose contoneándo
voz era grava, ra
dose sobre mis hombros como pesos fríos-. Ella estaba enferma, Dante.
s manos por mi pecho,
su voz goteando una simpatía ensayad
ándome. Se inclinó, sus lab
s muñecas, d
. La es
ojos. Solo cálculo. Solo
de que esté
acercándose más. La seda de su bata se d
posaron en s
sa, sin
con
té, mi voz bajando a
Qu
se cayó de un árbol cuando tenía diez años. Necesitó doce p
padeó detrás de su máscara. Intentó zafarse. -Yo... me la
orra las cicatrices de
rás, apenas manteniendo el
dome de la silla como una pesadilla que despierta-
ó, retrocediendo hacia la
ó sus cadenas. El dolor seguía ahí,
bi
l aire-. Ve a tu habitación. Si intentas salir de la
or, solo está
un vaso de cristal y ar
e su cabeza. Huyó, cerrando la
a precipitarse, e
l tatuaje entintado sob
iento de Elena. El nombre
mbre. Había torturado a
ara
piel lisa y un coraz
comenzó a enroscarse en mis entraña
el te
jefe de seguridad-. Vamos a la