Vendida a la Bratva: La Traición de Mi Esposo
iada al
e sangre en mi espalda y un cuerpo que se sentía men
dad, las llantas crujiendo sobre la grava cuando se det
os, arrojando mi bolso a la acer
sta una estación de autobuses. Usé el dinero de emergencia que guardaba cos
el que Damián y yo vivíamos antes de que se convirtiera
a drogadicta: magullada, cojeando, mi cabello enmarañado
Motas de polvo danzaban a la luz del sol
n el armario de la recámara. Introd
ja parpad
é de nuev
scas
a esquina, luciendo impecable en seda blanca. Sostenía
crepitando entre las puntas del
sabes cuándo ren
hasta que mi espalda golpeó la pared-. Dám
a-. Podría ponerse sentimental. Podría reco
bala
s rotas gritaron en protesta, ralenti
nco y caliente que se apoderó de mi
estómago. Me acurruqué en una bola, v
pió-. Eres el pasad
abrió. Pasos pesados
-La voz d
n el suelo, rota y jadeando. V
a Lucía y le quitó suavemente
eguntó, su voz cansada y
-jadeé, agarrándome
Lo tomó. Miró mi foto, joven y sonriente, to
pecho. Aterrizó c
e -d
ucía, su voz chillona
. Todavía eres mi propiedad en el papel, Sofía. Pero estás muerta para esta famili
otando en el aire,
la cama para levantarme, mis pierna
las lágrimas no derramadas-. Cuando te des cuenta de
departamento. No
la policía. Compré un boleto para el primer vuelo internaci
elular desechable que había comprado en un qu
no er
Trae dos millones a la fábrica textil ab
, la comprensión me golp
n Buenos Aires, viendo llov
n a L
pens