La prisión del amor, ahogándose en el engaño
lejandra
años. Sus ojos se suavizaron, una mirada distante en ellos, como si estuviera viendo a la chica que había conocido t
os familiares, me saludaron con un entusiasmo forzado, sus palabras de elogio sonando huecas. "¡Alejandra, querida, te ves deslumbrante! Agus
l ceño fruncido. Sostuve mi copa de vino, mi mirada desviándose casual
Agustín y Alejandra! ¡Un brindis a
las se sonrojaron, un calor extendiéndose por mí que no tenía nada que ver con
umpió entre la multitud,
! ¡Tuvo un parto premat
o perdió el color. Soltó mi mano, todos los rastros del viejo Agustín des
, casi un susurro, mi mano t
encontrando los míos, la confu
to para juegos! -espetó, su v
nte. Deliberadamente. L
salir del yate. Lo vi irse, luego me volví hacia
el informe médico de Agustín y la confesión grabada
figura de Agustín en retirada desaparecer en la noche. La sonrisa falsa se desvanec
de mi padre. "Estoy en el muel
e había acabado. El pasado se había