La prisión del amor, ahogándose en el engaño
lejandra
se desdibujaron en una neblina sin sentido. Mi vida aquí era un callejón sin salida
ue se arremolinaba dentro de mí. El cementerio estaba silencioso, pacífico. Pero al acercarme a su tumba, se me c
re. Mi madre. Una furia, fría y absoluta, me invadió, eclipsand
stada. Lloré, sollozos crudos y primarios que me desgarraron la garganta
ardiendo dentro de mí. Tenía que hacerla pagar. Corrí de regre
na sonrisa de suficiencia torci
a? -ronroneó, sus ojos br
onca, cruda-. ¿Desenterra
isa se
que tú y tu querida madre difunta podrían disfr
. Mis manos se dispararon, agarr
, mi voz temblando de furia-. Sobre el bebé. Sobre Ju
ó, un sonido c
, Alejandra? ¿A la ex-convicta
ron alrededor de su garganta. Apreté, el impulso de silenciarla para siempre abrumador. Ev
, arrancando mis manos de la garganta de Eva, arrojándome al otro lado de la habitación. Mi cabeza se e
rrándose a Agust
ustín! ¡Y a nuestro b
o a mí, yaciendo en un charco de mi propia sa
cupió, su voz cargada de a
é, mi voz apenas audible más allá del
cuchó. Se volvió
i vista. Encié
lenta y escalofriante brotó de mi pecho. Era una risa llena de am