La Última Venganza de la Esposa Indeseada
rtó el aire del almacén, fría y afila
tó la res
voz ronca, las palabras atascadas en
stante. Su mirada estaba fija en los números rojos parpadeantes, n
a ser tan
manteniendo una lealtad feroz. Sacudió la cabeza ligeram
do estaba desprovista de
dose contra las cajas, haciendo una
giró bruscame
no! ¿Qué est
ente se posó en Benjamín. Un destello de
nti
ofía. Se jactaba de robar datos de Industrias De la Garza. -Miró a Eduar
preciaba la codicia corporativa. Esto era exactamente algo
mín, t
está ahora, pero probablemente se está escondiendo porque sabe que la descubrí. -Me miró, una
erraron. Miró de Benjamín a m
tes el espiona
enjamín, su mirada inquebrantable-. Estaba vendiendo
uardo. El nombre quedó suspendi
tensó. Caminó hacia Benjamí
simplemente meter
s instintos protectores surgiendo-. ¡Y a Valeria! ¡La tratas co
ruzó el rostro de Eduardo. Pero desapareció ráp
e volvió hacia uno de los hombres-. Llama a los federales.
anzándome sobre Eduardo. Agarré su brazo, mis uñas clavándose en su co
scamente como si mi
Sofía. -Sus ojos, como esquirlas de hielo,
dose-. ¡Salvó a tu familia una vez! ¡Mi
burló-. La estupidez de Benjamín es suya. -Volvió a mirar el t
hacia los dígitos r
stá herido! ¡Está san
uego a mí. Su expr
s Sofía. ¿Vas a decirme dónde está, o vas a ver a t
taba. Ni Benjamín. Ni siquiera yo. Mis lágrimas cayeron libremente
cárcel. Necesita atención médica. Morirá. -Mi voz era una súplica d
un destello de algo
Sofía. Eso es t
, habló de repente, su
Le dio a Eduardo una dirección específica, rápidam
Sacó su teléfono, tecleando rápidame
es una
osió Benjamí
de teclear. Miró
iganla de vuelta a salvo. -Miró a Benjamín de nuevo-. En cuant
ie de un salto-. ¡Lo prometist
-. Él lo hizo. Y su confesión sigue en pie. -Se di
l temporizador parpadeaba pelig
penas mirand
sto seco a uno de los
tivo, tratando de cortar los cable
ndo! ¡Consíguele ayuda médica primero! -M
giró por completo. Sus ojos, aú
miró, una sonrisa escalofriante en sus labios-. ¿Y tú? No creas que te vas a librar tan fácil. Esto no ha ter
do en el espacio cavernoso. Lo miré, mi mente dando vue
ero sus manos temblaban, torpes con l
hacia Benjamín, tratando
OO
lvo y escombros llovieron. Sentí un dolor agudo en mi costado, luego un mareo
levanté, mi cabeza palpitando. Benjamín todavía estaba
estaba torcida en un ángulo antinatural, la sangre empapando sus pantalones rotos
riéndose con un aleteo. Logró una
eto! ¡Ayuda! -grité, mi voz quebrándose
una... una llave criptográfica. Biométrica. La guardaba en... en su collar. -Su res
a sus palabras, i
tográfica? ¿De q
taba de ello. Dijo que podía... arruinar a Eduardo si quisiera. -Apretó mi mano con má
Sus ojos miraban
evas! -grité, sacudiéndolo, pero no re
xplosión, finalmente corrieron hacia adelante. U
s. Necesitamos llevarl
s sollozos. Eduardo. Él había hecho esto. Casi
esolución apoderándose de mí en medio del dolor-. Y no voy a
mi mano firme a pesar de los temblores que recorrían mi cuerpo. El personal trajo mis cosas, ya empacadas. E
grado salvarle la vida, pero su pierna quedó permanentemente lisiada. Nunc
ierta de hollín y sangre seca, llegó el abogado de Eduardo,
al-. El señor De la Garza le envía sus sa
do? -Mi voz
r Benjamín Peña. El cargo
ngre
¿Y quieres hab
biera hablado-. Siempre que usted coopere. Requiere que usted ofrezca una disculpa públic
és de todo? ¿Después de que ella casi mata a Benja
aclaró la
La reputación de la señorita Cantú ha sido...
guridad de Eduardo entraron en la habitación del hosp
ndo? -exigí, corr
ión privada y segura, vigilada por nuestro personal, hasta que las autoridades feder
ados especializados! -Me paré frente a la cama de
paso adelante
ente se está asegurando de que el señor Peña no i
o y sin humor-. ¡Están locos! ¡Casi lo matan,
e noticias. Una foto de Sofía Cantú, con aspecto angustiado y un brazo vendado. El titular decía: "La Estrella
yendo la reputación de mi herman
tranquila. Miré el informe de noticias, luego a Mendoza, y l
pareció
Una declaración pública
í durante tres largos años finalmente se desbor
doza? Bien. Me disculparé.
to, observando la escena, sus ojos llenos de una
Mendoza, mis ojos secos, mi voz firme como una roca-. Dígale a Eduardo que estaré a
mí. Mi dignidad. Mi alma. Y el futuro de mi familia. Jugaría su juego, pero yo ganaría. La llave cripto