icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon

Mi ex-prometido robó mis sueños

Capítulo 6 

Palabras:1251    |    Actualizado en: 23/12/2025

s padres siempre estaban demasiado preocupados por su precaria posición social y las interminables demandas de Arturo como para verme de verdad. Mis logros se daban por sentados, mis lucha

nto silencioso, pero para mi solitario

gna de su atención, de su respeto. La razón por la que construí todo mi mundo a su alrededor, creyendo que si trabajaba lo suficiente,

ción se sentía real, un fantasma de esa amabilidad de a

volviendo a su habitual tono cortante-. No se les puede permitir interferir

upado por la interrupción, el daño potenc

zada por un dolor frío y duro. Todavía me veía, no como una mujer, sino como un problema que debía ser manejado. Un rie

idadosamente neutral-. No volverá

estello de aprob

ña reunión en su casa. Una reunión de exalumnos, principalmente para

endida en el aire, una reliquia

charlas ambiciosas. Damián, como siempre, estaba en el centro, un imán para la atención. Katia, una supernova radiante, nunca estaba lejos de su lado. Reía, e

l con una risa estruendosa, le dio

una gran pareja! ¡Una pareja hecha en el cielo de la arquitectura, me atrevería a decir

lindamente, apo

ara invitación para que él respondiera de la misma manera. Todos en la sala sabían de nuestro

sorprendió

y una maravillosa becaria. Pero nuestra relación es estrictamente

e. Su sonrisa se desvaneció, reemplazada por una expresión herida. Murmuró una excu

, un sonido la

más. Y luego la siguió, sus anchos hombros desapareciendo de

complicidad en su rostro-. Ustedes dos todavía andan, ¿verdad? Digo, con la boda tan cerca. Probabl

rbo lento

idea que alguien tiene -respondí, mi voz s

abrieron d

¿por qué? Parecían t

nzado a palpitar, un dolor sordo detrás de mis ojos. Las sonrisas educadas, las

jando mi vaso. Necesitaba

onducía a un jardín apartado. El aire nocturno, fresco y crujiente, fue un ali

nces l

s temblaban. Damián la tenía entre sus brazos, sosteniéndola cerca, su cabeza inclinada sobre la de ella. Las manos de ella estaban presionadas contra su pecho, aferránd

u voz ahogada pero clara en la no

las sombras, le ofrecía consuelo, una ternura que nunca me había ofrecido a mí. Sabía

matrimonio. No por amor, sino por un sentido de obligación. Una deuda. Y yo, tonta, desesperada, había aceptado. Me había convencido de que su culpa era una f

la verdad era innegable. Nunca me había amado. No de la manera en que la amaba a ella. Ni de c

s ojos, pero no lloraría. No aquí. No por ellos. Volví a entrar en la casa, mis pasos medidos, mi rostro una máscara si

staba encendida. Damián. Por supuesto. Estaba esperando. Me detuve, mi mano en el

Obtenga su bonus en la App

Abrir