Mi ex-prometido robó mis sueños
ó mi negativa, un desafío que no sabía que poseía. Cerré la aplicación de mensajería, con la respiració
as. Mis bocetos arquitectónicos, los que él no había reclamado, estaban enrollados y guardados. Fue fácil, casi demasiado fácil, empacar mi vida en unas pocas cajas. Me di cuenta entonces, una verdad fría y dura: no había dejado
prado principalmente con el dinero de Damián, se vendería. Mi part
agente, mi voz desprovista de e
n retraso administrativo antes de que pudiera desaparecer de verdad. Tenía que perman
uenos retumbaban como un dios enojado. Mi teléfono vibró de nuevo,
stá de locos. Katia se est
lguien más. Recordé una noche similar, años atrás. Un aguacero torrencial había paralizado la ciudad. Me había quedado atrapada en la of
ártelas? Necesito esos
enviarte un coche?". Solo el traba
ina apenas funcionando. Mis dedos se habían entumecido, mis dientes castañeteaban,
Carla. Ahora de
ento superficial de una tarea completada. El
o sería la Carla confiable y siempre presente que dejaba todo para satis
a por la exitosa finalización del proyecto frente al mar. El último triunfo de Damián. Me deslicé en silencio,
ada jugando en sus labios. Katia, vibrante y efervescente con un vestido rojo brillante, se aferraba a su brazo, su risa resonando un poco demasiado fuerte en la habitación. Parecían una pareja
e golpe. Me miraba directamente, un brillo travieso en sus ojos-. ¡Ahí estás! Damián y yo estábamos habla
n desafío subyacente, una acusac
umbido de curiosidad y juicio. Sentí el calor familiar subir a mis mejil
e mi corazón martilleaba contra mis costillas. Sostuve su
eron ligeramente mientras me miraba. Fue un destello de genuina sorpresa, quizás incluso confusión. No había
nte eficiente y perfectamente organizada, diseñada para optimizar su existencia. Esperaba que yo estuviera allí, siempre. Para anticipar, pa
critorio, una sombra cayó sobre mí. Damián. Estaba allí, alto e imponente
¿qué fue todo eso? Katia s
frentarlo, mi ex
desprovista de la calidez que
l proyecto, y la planificación de la boda... pero no puedes simplemente abandonar tus responsabilidades. Te necesité anoc
erré l
en una discusión, la formalidad un marcado contraste con el trato íntimo que una vez usé-, mis responsabilidades contigo terminaron en el momento en que me di cuenta
brió, luego se cerró. Me miró como si estuviera viendo a una extraña. Y quizás lo era. La vieja Carla, la
s palabras resonando en la oficina silenciosa-. Y ciertame
o si acabara de pronunciar un idioma extranjero. El si