De la Humillación a la Reina de Nueva York
ista de So
he a alta velocidad. Damián. Aquí. Ahora. Toda la humillación de dentro del antro, la bofetada de Carla, la súpl
sta de cualquier emoción-. Te vi s
Benny. Levanté la cabeza de golpe, una ol
on Benny? ¿Q
rló, un soni
logrado agredir a Leo de nuevo.
e se ta
o es posible
tu "buen chico" tiene bastante mal genio. Quizás si no estuvieras tan o
puntadas con precisión quirúrgica a mi
cho por él. -Mi voz se elevó, quebrándose de indignación-. Es solo un
Damián se en
l. Tu hermano amenazó al primo de mi cliente. Y se niega a disculpa
o se extendió
z tembló-. No... no puedes hab
stro una máscara de piedra-. Especialmente cuando hay reincidencia. -Se dio la
garganta. Mi voz era ronca, apenas audible-. ¿Alguna ve
, de espa
, Sofi. Siempre lo he h
ajo el duro resplandor de la farola. La humillación, las heridas frescas de las crueles pal
ramadas. Mi departamento, pequeño y escasamente amueblado, se sentía frío y vacío. Benn
uesos. Mis dedos encontraron mi teléfono y escribí un mensaje rápid
abrirse. Benny entró a hurtadilla
ensa por la preocupación-. Damián dijo
dejando caer su mochi
una lección a es
un salto-. ¡Benny, están hablando del tutela
haciéndote la víctima, como siempre. ¿Crees que no lo veo? ¡Solo quieres quedar bien
ose-. ¡Soy tu hermana! ¡Soy todo lo que te queda! ¡
e torció en
or la que están muertos! ¡Les gritaste, los hiciste enoj
aron, abriendo viejas heridas. Se me cortó la
cerró de golpe la puerta de su habitación. El sonido resonó
e culpaba de todo. La muerte de mis padres, nuestra deuda, nuestras vidas rotas. ¿Tenía
El único sonido en el departamento era mi propia respiración en
rta de Benny estaba entreabierta, su habitación vacía. Se había ido. De nuevo. Mi teléfono vib
pedazo de mi alma arrancado. Pero no tenía opción. Benny estaba ah
iar desde la televisión en la sala común. Era Claudia. Su rostro, impecablement
que experimenté en la universidad, y ahora con el trágico accidente de mi querido primo Leo..
hicas-. Después de todo lo que Sofía Garza le hizo pa
otra-. Es tan leal, tan protector. I
¿Ángel? Era una farsante, u
e-. ¡Es una mentirosa! ¡Una falsa! ¡Constru
levisión, y de nuevo a mí, sus rostr
da de escepticismo-. ¿Después de toda la evidencia, después de l
vía? Nadie me creería nunca. No cuando Claudia había te
corazón martilleaba contra mis costillas. Empujé la
za de la mesa, dominando la habitac