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De la Humillación a la Reina de Nueva York

Capítulo 9 

Palabras:1028    |    Actualizado en: Hoy, a las 15:21

sta de Dami

nulado de seguridad del Tec. Mi estómago se

ncio atónito cómo chocaba deliberadamente con Sofi, derramando una taza de café sobre sí misma, para luego disolverse en solloz

is costillas, un golpe sordo y nauseabundo. L

udia perdió todo color. Tar

o no es... está al

y serena, se dir

tos de la universidad. Está autenticado. A diferencia de otras... na

en vivo, ya un torrente de especulaciones, e

udia es un

also? ¡No p

a esto? ¡Tu prometi

mente, buscando una escapatoria. Intent

tendido. ¡Esto es un ataque cru

rrumpió, su vo

itar sobre cómo Claudia Vázquez construyó toda su carrera sobr

SÍ! ¡CUÉNTANOS! ¡

el pánico, de repente se abalanzó sobre J

quí! ¡Zorra! ¡

e, se mantuvo firme, manteniend

arte. La verdad nec

mundo cuidadosamente construido se estaba desmorona

o, su cuerpo temblando. Su mirada se dirigió

continuó hablando directamente a

or amigo, Damián. -Hizo una pausa, dejando que las palabras se asentaran-. Claudia incriminó a Sofi, manipulando la situación para que pareciera que Sofi la había acosado gravemente.

jar, y luego chocaron! ¡Todo es tu culpa, Sofi! ¡Te odio! Las palabras de Benny. La llamada telefónica desesperada y enoja

do, sus labios se movían en sile

ntras Sofi se quedaba recogiendo los pedazos de su vida destrozada. Incluso llegó al extremo de asegurarse de que Sofi tuviera que disculparse públicamente por algo que nunca hizo. -La voz de Jim

ego. Acusaciones, denuncias, un coro d

golpe. Sus ojos, llenos de una sú

no es verdad! ¡Tú me co

era un monstruo. Una mentirosa. Una manipuladora. Toda la "evidencia" que había presentado, sus historias l

fría, vacía de

oz era un gruñido bajo y

audia se abrie

. ¡estamos comprometidos

ras sabiendo a bilis. Me levanté, empujando mi silla hacia atrás con un ras

destrozados de mis ilusiones, de la mujer

pie de un salto-. ¡Por favor! ¡No me dejes!

rás. No quedaba

a voz de Jimena, tranquila y eficiente, llamó a una ambulancia. Pero seguí caminan

ono, mis dedos torpes mientras intentaba marcar el número de Sofi. Era el número antiguo, el que había memorizado

una voz automática interrumpió. El núm

ión se enroscó alrededor de mi co

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