El arrepentimiento de mi ex-marido, mi nuevo comienzo
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tera en convertir a mi esposo, Damián, en un arquitecto estrella
o, trajo a su "musa", Kalia, y
contré en mi recámara, usando mi ropa, después de que rompiera nues
lujos yo había financiado por completo. Pero la gota que der
ó, diciendo que estaba embaraza
rcio y compré un boleto de ida a Europa. E
ítu
él llamaba su musa, su igual artística, la que entendía su "lucha auténtica". Y ahí estaba el
vista de la calidez habitual con la que se
n los artistas que admiraba. Quería que l
oma. La que era financiada por el fideicomiso que yo había creado, aquella cuyo trabajo obsesionaba a Damián. La que
gresivamente natural. Sin maquillaje recargado, sin ropa de diseñador evidente. Llevaba un overol holgado manchado de pintura, un marcad
e, casi un susurro. Ofreció una sonrisa pequeña y vacilante. E
olví la sonrisa, solo asentí levemente. Mi
ue había financiado para el despacho de Damián. Nuestro Porsche, el que
opiloto, mi lugar de siempr
ado rápido, y alcanzó la puerta del c
quemado. Sus ojos se desviaron hacia Damián, luego de vuelta a
geló en el mar
dije en voz baja-
llenaron de lágrimas. Parecía un cervat
uebrada. Lo miró, su súplica e
e tensó. Se volvió hacia
idícula. Solo déjal
ga se me escapó-. ¿Yo soy la ridícula? Est
tono paciente y condescendiente que reservaba para mí cuando pensaba
Estaba dando excusas por ella, en
la voz-. Si se siente tan cómoda en el asiento del conductor,
e sonrojó i
os te pasa? -gruñó, s
se estaba resquebrajando. Sus ojos, aún rebosantes de lágri
No lágrimas delicadas y silencios
lbuceó, cubriéndose el rostro con
osa. Lanzó una última mirada hacia atrás, sus ojos encontrándose con los míos. En
os, volviéndose para
ró, su voz aún temblorosa pero ganando fuerza-. N
abía establecido para el despacho de Damián, me estaba dando lecciones sobre materialismo. Era única, sí. Únicamente manipuladora. La había visto ascender de s
o. El décimo. Y él estaba aquí, d
amián, comenzando a segui
, su expresión era u
tas disculparte
odas, el que yo le había puesto en el dedo hacía d
, se detuvo. Se giró lenta
isculparse. Lo entiendo. Algunas personas simplemente... no pueden com
ros, una imagen d
mirme. Apreté las manos en puños a mis costados. Quería gri
lí, respirando el aire frío de la noche.
a relajar
minando hacia el l
Miré hacia abajo. Había una mancha oscura y pegajosa
ocolate oscuro y pegajoso. Y entonces lo vi, una mancha a
ián, corriendo hacia ella. Aún no se había d
ia abajo, fing
mento de torpeza, supongo
ida. El que le había comprado la Navidad pasada, una edición limitada. Se
quilizadora-. Yo me encargo de esto. -Me miró de r
bición de la galería y lo arrojé al suelo. El estallido resonó en la calle silenciosa. No era l
n martillazo-. Y dejaste que lo arruinara. -Mi voz era p
n se
Podemos mandarlo a limpiar. ¿En serio e
. O al menos que reemplacen todo el interior. Puedes pagarlo, ¿ve
los ojos de nue
e un accidente! ¡Solo estás
da-. Quizás deberías mirarte en el espejo, Kalia.
rar, más fue
creer esto! ¡Está
siendo absolutamente maliciosa! ¿Te escuchas? Pagaré por todo
ltrarse en mis huesos. Esto ya no se trataba del coche. Nunca lo fue. Se trataba de él
o se retorcía a mi alrededor, cada sonido amortiguado, c