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El arrepentimiento de mi ex-marido, mi nuevo comienzo

Capítulo 2 

Palabras:1537    |    Actualizado en: 19/12/2025

adora. Siempre estaba evaluando, siempre sopesando. Antes se tr

or qué estás tan molesta. Es solo un coche. Damián y yo, tenemos algo mucho más profundo que las po

a, un destello de

a de mis raíces. No necesito coches de lujo ni mansiones para definir q

tomando una resp

or... las expectativas. Las cosas podrían haber sido diferentes. No hab

. Recordé a Damián. Un arquitecto joven y ambicioso, recién salido de la UNAM, rebosante de talento pero sin los co

ba encorvado sobre los planos, alimentado por café rancio y un deseo ardiente de demostrar su valía.

presenté a la gente adecuada, invertí millones. Cambié mi propia carrera en ascenso en la inversión de arte -una habilidad que heredé de mi madre- por noches

había casado por interés, sobre la suerte que tenía de tenerme. Yo solo sonreía, sosteniendo su mano, creyendo qu

la correa de oro. Resentía los mismos cimientos que lo levantaron. Y ahora, esta

ia me devolvi

e queda con el asiento del coche. Se trata de quién

ner su hipocresía, recordarle cada centavo del que se había beneficiado. Pero e

ectoramente envuelto alrededor de Kalia. Tenía ese ceño f

nó ligeramente hacia él, una flor frágil buscando refugio. Era una

da, solo alimentaban su narrativa. Necesitaba una nueva estrategia. Una que

, una leve sonrisa j

rpretas. No estoy luchando por el asiento del coche. Solo te e

ron, las lágrimas mome

caba-, me pregunto, Kalia, ¿realmente sabes en qué te estás metiendo? ¿O solo eres una distracción

u rostro, ya pálido por la confrontació

s insinuando? -exig

esta mujer, esta "musa" tuya, es simplemente un proyecto. Un proyecto muy caro, podría añadir. ¿Estás seguro de que

por el pelo, sus ojos sa

adora artística. Estás tergiversando las cosas. -Se volvió hacia Kal

la molestia, Damián. Estoy harta. Y en cuanto a tu "amiga", parece ser toda una

el estómago. Se tambaleó, su

to débil -susurró, s

de inmediato. Le pasó u

que has hecho! Es f

na-. No lo es. Ella ent

Damián-. Voy a llevar a Kalia

irando el Porsche. El

si recordara algo-. No, espera. La llevaré a su casa. Tú toma un taxi. Te recogeré mañana.

is palabras, ansioso por complacer, por impresionar. Solía tomar mi mano, su tacto enviando escalofríos por mi e

ntras desestimaba mi dolor como una simple "molestia". La veía a ella como una flor delicada, necesitad

copiloto de mi Porsche. Le abrió la puerta, la ayudó a entrar. Incluso le

an, el elegante coche negro desapareci

ón de la galería, antes un telón de fondo vibrante, ahora sonaba hueca y distante. Est

Era una farsa. Y yo estaba c

de música clásica en mi bolso. A Damián le encantaba la música clásica. Yo solía odiarla, pero aprendí a apreciarla por él. Compré estos bo

sé en el pequeño y caro ramo de lirios que había hecho entregar en su o

to, y tomé mi asiento. El asiento a mi lado permaneció vacío. El asiento

í los violines ascendentes ni los timbales retumbantes. Todo lo que oí fue el eco de los sollozo

s lirios. No había

ad se veían borrosas a través de la ventana del taxi de camino a

El Porsche de Damián. Estaba estacionado en la entrada. Un nudo de

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