Sus mentiras millonarias, su ascenso vengativo
sa
otaban en el aire viciado, más pesadas que la humedad que impregn
orría, tratando de encontrar una explicación lógica, cualquier explicación
voz queda. "Cuando cree que estoy dormida. Dice: 'Te extraño, mi amor' y 'No puedo esperar a verte a ti y a los niños'". Hizo una p
na nueva y agonizante vuelta de tuerca. Y Cecilia, mi perceptiva y silenciosa Cecilia,
La atraje en un fuerte abrazo, enterrando mi rostro en su cabello,
brazos aferrándose a mí. "Siempre te ves tan cansada. Y papi siempre decía
pido la confianza de Cecilia, la había forzado a entrar en su red de engaños. La vergüenza, la culpa, me quemaron por dentro. Había estado tan
te protegido. Debería haberlo visto". Las palabras se desgarraron de mi pecho, crudas y ásperas. Mi cuerpo se sacudía con
us pequeñas manos. "Está bien, mami. Lo intentaste. Siempre lo intentas". Sus
nueva determinación. "No lo necesitamos, mami, ¿verdad? No si tiene otra fam
ergió, sosteniendo un dispositivo diminuto, casi imperceptible
contra mis costillas. "
bé. Cuando estaba hablando por teléfono. Porqu
z cobró vida, llenando la habitación
rdas? Tengo que mantener las apariencias de mi vida 'humilde'. El asma de la niña es solo una excusa de tod
ferma tuya se interpone en mi lujo, Javier, te arrepentirás
erpondrá entre nosotros. Mi 'otra vida' es solo un inconveniente secundario. Fácil de maneja
cio que siguió fue ensordecedor,
olor crudo y adulto. "Dijo que mi asma era una e
elta atrás. Ni perdón. Ni segundas oportunidades. Este hombre, Javier Mendoza, era una víbora, un monstruo
ncendió cada célula de mi ser. Por mi hija. Por su inocencia que él había aplas
oso. Atraí a Cecilia en un abrazo feroz. "Bueno, está a pun
do. Te lo prometo, mi amor. Nunca más tendrás que preocuparte por el aire fres
oz y decidida en su pequeño
perro de presa despiadado que conocía de un caso de alto perfil. No quería pensión alimenticia. No
i pistas anónimas, suficientes para levantar sospechas sobre el rápido ascenso de Javier Mendoza y sus cuestionables patrones de negociación
ujos en las redes sociales. Fotos de ella en galas de caridad, cubierta de diamantes. Fot
n Patricio contará con la presencia de la estimada actriz, la Srita. Fabiola Wagner, quien generosamente patrocina nuestro nuevo programa de artes para niños de e
egio de Cecilia. No era caridad. Era una grotesca exhibic
Fabiola tenía su brazo alrededor de los hombros de Cecilia, sonriendo deslumbrantemente para la cámara. Pero el rostro de Cecilia estaba pálido, sus hombros encogidos. Y
ompletamente humillada. Sus ojos, usualmente tan brillantes,
ielo, me invadió. Fabiola Wagner había cruzado una lín
esa tarde, y yo iba a irrumpir en ella. No solo iba a hablar con el direc
¡Necesitas venir aquí! ¡Es Cecilia! ¡Está teniendo un ataque de asma severo! Y... ¡y su inhalador ha desapar
tracta por la justicia. Era mi hija. Luchando por s