icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon

Sus mentiras millonarias, su ascenso vengativo

Capítulo 4 

Palabras:1129    |    Actualizado en: 18/12/2025

sa

alabras resonaron en mi cabeza, helando mi sangre, paralizándome por

d. Mi mente era un torbellino de terror y furia. Cada claxon, cada grito, cada destello de luz se sentí

Cecilia jadeando, su pequeño pecho subiendo y bajando, sus ojos abi

endo por las puertas del colegio. El vestíbulo era una escena de caos controlado. Los maestros

ilia. Su rostro estaba ceniciento, sus labios azules, su cuerpo sacudido por toses violentas

ra de preocupación actuada, estaba Fabiola Wagner. Estaba hablando

. Solo intentaba ayudar, ofrecerle un poco de guía". Se inclinó conspiradoramente hacia las

aba asfixiando, y este monstruo esta

sgarró de mi garganta.

is venas. Fabiola se estremeció, girando justo cuando

. Se estrelló contra el suelo pulido con un chillido indigno, su costoso bolso derramando s

aron en él. La r

ebatando el inhalador. Mis manos, usualmente tan firmes, temblaban mientras l

temblores en su delgado cuerpo. Lenta, agónicamente lentamente, el silbido disminuyó un poco. El tinte azul en sus la

hervía bajo mi piel. Esta mujer. Esta mujer arrogan

ofetada a Fabiola Wagner en la cara. El agudo chas

su mejilla. Sus ojos, abiertos de par en par por la conmoción, se llenaron lentament

tura cuidadosamente construida haciéndose añicos

da. "¡Dejaste que mi hija se muriera! ¡Le quitaste

ue habían estado murmurando entre la multitud, comenzaron a gritar. Los flashes de los pocos reporteros

un estudiante de periodismo, que todavía grababa desde detrás de u

ófono distante lo captara. "¡Le robó su medicamento! ¡Mientras mi esposo, Jav

Pero entonces, los fans de Fabiola, un pequeño grupo fanático que había estado en la gala, c

ido, sacándome del borde de la pura y destructiva

e abrió de golpe y Javier Mendoza, impecablemente vestido con un traje a la medida, ent

arrodillada junto a Cecilia, con los ojos desorbitados y desali

orriendo a mi lado para ayudar a Fabiola

to. Ignoró a su hija

vier! ¡Me atacó! ¡Esta... esta loca! ¡Me abofeteó! ¡Int

e volvieron glaciales al mirarme. No preguntó por Cecilia. No preguntó p

a. Me agarró del brazo, su agarre sorprendentemente fue

e su traición. La estaba protegiendo. Se estaba poniendo del lad

oncertado. Su agarre vaciló ligeramente. Me miró a la cara, realmente me miró,

, aferrada a mi brazo. Por una fracción de segundo, un destello d

a vez que realmente me veía desde que entró. Fue el momento en que se dio cuenta de

Obtenga su bonus en la App

Abrir