Sus mentiras millonarias, su ascenso vengativo
sa
e furia, ahora se contorsionaba en algo parecido al terror. Dio un paso involuntario hacia atrás, alejá
Intentó dar otro paso hacia mí, con los ojos muy ab
se negó a moverse. El dolor en mi brazo donde me había agarrad
la chaqueta de su traje. Sus lágrimas, ahora genuinas, corrían por su rost
da su vida cuidadosamente construida se estaba desmoronando ante una multitud de testigos. Miró a
i rostro con un dedo acusador. "¡Es una lunática! ¡
to se había ido, reemplazado por una necesidad desesperada de controlar la narrativa. "Elisa, ¡¿qué h
ué te pasa?". Su voz estaba teñida de una falsa preocupación que me revolvió el e
fondo de inversión, ahora vestido con un traje a medida que probablemente costaba más que n
drama fabricado. "No finjas que no sabes quién
to de caridad de celebridades, avanzaron, con los micrófonos ex
rdoso enfermizo. Intentó levantarse, para silenciarme,
", siseó, sus ojos moviéndose frenéticamente por la ha
aste en Cecilia cuando decidiste despilfarrar millones en esta mujer! ¡No pensaste en Cecilia cuand
un susurro desesperado. "¡Dinero! ¡Un departamento nuevo! S
l dinero que ganaste con información privilegiada? ¿El dinero que lavaste a través
completo de su rostro. Finalmente lo en
y reporteros, mis ojos fijos en el escenario, donde se encontraban el elaborado si
Intentó seguirme, pero los reporteros, ahora una turba frenética, lo rodearon, ans
stente legal entrando en acción. Encontré la consola principal, localicé el pu
logotipo para la caridad de Fabiola, parpadeó. El logotipo desapareci
Todos, incluso Javier y Fabiola, s
inconfundible llenó el vas
nveniente secundario. Fácil de manejar. Y honestamente, proporciona una buena coartada cuando necesito desa
eos, susurros, exclamaciones de asombro estallaron como dispar