El engaño de su falso amor
a Bar
derosa que me envolvía. Su advertencia, lejos de asustarme, encendió una chispa de determin
pto cualquier condición. Lo que sea, Lázaro
quier atisbo de duda. "Estas segura, Ximena. No hay vue
nquebrantable. "Estoy seg
a de alegría, sino una de comprensión, casi de... aprobación. Era una sonri
Las horas pasaron, y el cansancio y el shock comenzaron a pasar factura. Mi cuerpo, a
aro me alzó en sus brazos, su fuerza me pareció un ancla en medio de la niebla que nublaba mi mente. Su
, una voz familiar, chillona y fur
¡Maldita s
Éric. Y con él, mis padres, su
tre ellos y yo. La escena parecía sacada de una pesadilla. Éric
s tan preocupado, mi amor!", ex
amente bien, Éric. No te preocupes por mí. Pr
tiñó de un ligero rubor. Sus ojos evitar
rostro pálido y sus ojos rojos, como si hubiera llorado to
quebrada, "¡Sabes perfectamente lo mal que ten
la responsable de todo? ¿Que yo había provocado el incendio
lidad, su inocencia. Pero ahora, al ver la calculada manipulación en sus o
ró de mí. No. No volver
niciado el incendio, Soraya. Ni haberte arrastrado al resor
dida por mi tono. Su máscara de fr
!", exclamó Éric, defendiéndola como siempre. Su mano se po
a, Éric? ¿En serio? ¿Después de todo lo que ha pa
lenos de una mezcla de ira y culpa. S
raya, su voz ahora teñida de un matiz
ompasión que una vez sentí por
ima vez que necesites un rescate, tal vez deberías intentar hacerlo p
instintivamente. Mi mirada la taladró, re
asaría si no estuviera? ¿Llorarías hasta que alguien más v
rró, sin palabras. Me había golpeado donde
terponiéndose entre nosotras. "¡N
l se extinguió. En su lugar, quedó un vacío, una claridad helada. Él n
Tú me hablas de derechos. ¿Qué derecho tenías tú de prometerme al
n sus ojos. Pero ya era demasiado tarde. La Ximena que lo había amado,
sitaba su drama, sus acusaciones, sus promesas
la escena en silencio. En su mirada, vi una comprensión tácita,
ra tranquila, pero con una determinaci
que estaba estacionado cerca. Cerré la puerta con
ejeo con Éric. Me había aferrado a mí misma con tanta fuerza que sus d
a tormenta de emociones. Miré por la ventana, el pu
un arquitecto. Mis ojos se abrieron de par en par. ¡Ese era el llavero que yo había enviado a mi benefactor anónimo
esto?", pregunté, mi
a sonrisa tensa apareció en sus labios. Se sonrojó ligeramente, un ge
ijo, su voz un poco má
nvié?", insistí, mi cora
teñido de un leve rubor.
la arquitectura, las cartas anónimas con el dinero que me permitieron estudiar. Y la pequeña
anónimo. Mi salvador en el lago. Y a