Enmarcada por el amor de mi esposo
rición hubiera sido simplemente un inconveniente. Estaba allí, en mi cuarto diminuto y maloliente, con su tra
un fantasma, celebrado una mentira. La pura audacia de ello, la enfermiza ironía, me revolvió el estómago. Mi
te, un destello de algo que podría haber sido lás
ago hacia Catalina, que permanecía en el umbral, con los ojos fijos en mí con una expresión indescifr
encontrando su mi
i voz era plana, si
bos parecieron sorprendidos, claramente esperando una reacción diferente. Los ojos de Cata
talina, su voz ronca-, solo q
e billetes. Me lo metió en la mano, junto con una tarjeta de presenta
. Puedes trabajar para mí -hizo una pausa, una sonrisa condescendiente jugando
bajando a un tono b
a. Para nadie -luego se giró, tomando
mirándome por e
aña -dijo, su voz más
rta
to estrecho, cortando las palabras de Catalina, sellándola afuera. No
o. Un hombre exitoso, construido sobre mi ruina. Con un movimiento lento y deliberado, la rompí por la
culpa no era suficiente, no por lo que me quitaron. No por lo que habían hecho. Habían pasado siete años, pero las
u ayuda. Solo nece