Esclava del amor del jefe de la mafia
, respondió el jefe con voz retumbante
l sacerdote en tono vacilante, mientras sus ojos, de co
por lo tanto, es incapaz de pronunciar sus votos matrimoniales. ¿Sabe él siquiera lo que es
o", asinti
mente comprensiva, del jefe de la mafia, mien
eo. ya veo", continuó murmurando el jefe para sí m
que estaba muerto. Habría apostado a que si aquellos dos homb
ata
gado, sorprendida, junto con el resto de la multitud, mientras observábamos la escena que se desarrollaba fren
se golpe? ¡Maldición!.
oca se abrió. La sien de Osirio estaba sangrando; la sang
!", gritó el jefe
s. Este hombre era un lunático. ¿Había golpeado a su hijo solo para des
mm
. Observé con asombro cómo Osirio, de repente, levantaba su cabeza, que hasta ese m
!", gritaba con insistenci
nfundido al encontrarse en una iglesia, rodeado de tanta gente. De repente, sus ojos se posaron en m
olvía la mirada. Yo estaba asombrada, y él, ligeramente confuso. Al cabo de un
se erguía. Era evidente que todavía estaba ebrio y aturdido, m
en voz baja, sus cejas rubias
cómo estaba su hijo. Osirio se llevó una mano a la cabeza y palpó la herida sangrante en su sien. Me res
a?", le preguntó dir
spertarte! Debes casarte ahora mismo. ¡No es momento
con serenidad no era una
ntras limpiaba la sangre que había caído s
mos todo el día!", le espetó el jefe
ipo? Ahora mi cuerpo estaba bañado en un sudor frío, pues era presa del pánico en ese momento. Si me casaba con él, mi vida
aleaba un poco hacia delante, debido a la fuerza del tirón de su padre. Sin embargo, de repent
eguntó, al tiempo que
o supongo que no te das cuenta de eso ni de ninguna otra c
e; era evidente que estaba perdien
novia", declaró
esperaría o querría ser rechazada por el novio, pero, en mi caso, sus palabras eran música para mis oídos. "Po
fe en la cara. "Ya habíamos dejado claro este asunto. ¡
cieron pegados a sus asientos, en completo silencio, mientras observaban aquello. Yo quería volver a casa; en la iglesia
odeos, hablando tan lenta y claramente como se
; las palabras no conseguían atravesar la barrera de mis labios. Él no dej
so", logré decir finalmente, aunque mi vo
no es mi novia", declaró él con vehemencia mientras señalaba en mi d
tono de reproche. "¡Sujétenlo!", les ordenó a continuación a su
comenzaron a sujetar sus brazos y piernas. Luego, lo for
intención de casarse con ella. Yo también estaba perdidamente enamorada de
tener a Osirio, mientras el jefe continuaba gritándole a su hijo. Al cabo de un rat
e inmediato me vería libre de la mafia, al menos había logrado pasar un día más sin convertirme en la esposa de Osirio. Me despo
ver a Osi
ntin