Esclava del amor del jefe de la mafia
sobre mis caderas, mientras sujetaba mis muñecas con sus manos, en el suelo. Gemí fuertemente en el momento en que bajó la cabeza y c
as él continuaba cubriendo de besos ambos lados de mi cuello. Me besó y lamió hasta que mi cuerpo se sintió débi
cer que experimenté cuando los masajeó, jugueteando con ellos. Sus manos varoniles presionaron mis senos con tanta fuerza que comenc
que mi cuerpo ardía mientras me retorcía debajo de él. Grité un poco más fuer
r cuando retorció mis pezone
asta la zona caliente entre mis piernas. La forma en que me tocaba hacía que me v
e", logré decir, pero lueg
lizaba entre mis muslos y comenzaba a acariciar la suave carne de la parte interna de mis muslos de arriba
arte interna de mi muslo, centímetro a centímetro, hasta finalmente detenerse en el punto al que deseab
í el labio inferior. Mi cabeza se movía de un
parte inferior de mi abdomen se intensificó y sentí cómo mis jugos de amor brotaban de mi abertura ante aquel toque que tanto deleite m
cia el punto sensible situado entre mis piernas. Me odié a mí misma por mi reacción placentera ante sus caricias y por desear q
bre, o era solo que me sentía atraída por él? Cualquiera que fuese la razón, no quería que sus manos i
dolo entre las yemas de sus dedos. Era una sensación realmente maravillosa. incluso mejor que aquella que yo experimentaba cuando me tocaba mi cuerpo mi
amente me sometería a un tormento incesante. Sin embargo, pronto dejé de preocuparme por ello, pues parecía haber perdido la capaci
entras mis caderas se
a sensación de su dedo dentro de mí, comenzó a retorcerlo. Sus dedos frotaron las paredes de mi v*gina, haciendo que mi c
gujero, desde varios ángulos, estimulando aquella zona erógena con cada una de sus embestidas. Me mordí los dedos, tratando de contener un grito
is entrañas. Experimenté un deleite increíble mientras sus dedos llenaban y frotaban las paredes de mi túnel del amor. Mi cuerpo se
ir que estaba al borde del orgasmo. Si él no dejaba de mover
cubría la boca con la mano, en el
os. Mi cuerpo entero se sacudió en espasmos y tembló bajo el peso de aquel hombre, mientras múltiples
dre de Osirio, jamás imaginé que es
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