Su promesa: los bebés de la mafia
o. Yo agaché la cabeza y no tenía planes de levantarla, per
ra un obsesivo del control que ordenaba a las personas con toda naturalidad. Levanté la cabeza para mirarlo y, sorpr
lla. Deberías cuidar mejor de ti misma, ¿no es cierto, Cris? -me regañó Víctor y miró a su hermano en b
ba a su hermano, pero siguió observándome hasta
en la vida y él era la última persona con la que quería estar. Verlo a él solo me recordaba el h
ente, no estaba impresionado por haberlo rechazado. -Víctor tiene ra
or alguna razón, cuando dij
verdad puedo regresar a mi
ia. Era la última persona con la que quería discutir, así que
podría estar pensando que me estaba haciendo un favor, solo se encogió de hombros y sonrió orgullosamente. -L
. Él se apoyó contra la pared mientras fumaba un cig*rrillo y sostenía el celular cerca a su oído con la otra mano. No quise interrumpirlo, así
ré con mis propias manos -gritó. De repente, sentí escalofríos por todo el cuerpo. Recordé a qué
una conversación normal y yo aquí pensando que de verdad estaba amenazando de muerte a alguien. No pude evitar esbozar una sonrisa cuando me di cuenta de
y agitó su mano para esfumar el humo. -¿Vienes? -me preguntó con naturalidad y yo me di la vuelta, tremendamente a
i vida. Abrió la puerta, pero, antes de que pudiera entrar, posó la mano en mi hombro desnudo y me dio la vuelta mi
a colocó alrededor de mi cuerpo. Luego, movió la cabeza en dirección hacia el asiento del auto, for
ntándome un
é con la persona que
y tipeé mi dirección. Él se puso en marcha a toda velocidad. El viaje en el auto fue tan incó
n embargo, descarté esa posibilidad luego de ver cómo intentaba evitar cada ademán
e no pude evitarlo. Tenía algo misterioso y provocativo que era difícil de encontrar. Su dominante aura me excitaba. Cuando descubrió que lo estaba mirando
ac*stado con él había aumentado mi ego. Por ello, sentí como una bofetada en el rostro cuando me ignoró. De todos modos, no es como si pu
me hará caer contigo -me dijo después de un rato y bajó el volumen de
é una profunda respiración e intenté aparentar estar saludable lo mejor posible, pero incluso hasta l
rcer la maternidad en paz. No era quién para juzgar, pero él parecía la clase de persona que decidiría por mí si yo podría ser una buena madre o no. Est
pero eso solo me hizo sentir más culpable. Lucas siempre había sido bueno conmigo y lo único que le daría a
sideraría poner un pie en mi vecindario bajo ninguna circunstancia. No obstante, lo hizo y lo hizo para poder l
ara de su maldito auto para que pudiera dejar ese vecindario lo más pronto posible. -Gracias. Y me siento bien -le dije. Salí del auto para caminar a mi departament
de embarazo y acabaría con est