Mi matrimonio forzado con un caballero en coma
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vista de
llevaba cinco años en coma. Fue un sacrificio para salvar el lega
ella me incriminó por robar una reliquia familiar. Mis
Revisenla! -r
de mi infancia desviaba la mirada. Ya me habían empujado por las escaleras y me habían dado p
to. Llevaba semanas graba
los guardias se cerr
escúchenla! -y presioné el
ítu
ía más pesada que cualquier carga que hubiera llevado, pe
n eco extraño en la opulenta sala de estar
esadilla de la infancia, ahora sonaban co
una máscara de preocupación
s tan valiente. Es por
mente hacia el retrato de mi abuelo que col
tar, pero el sonido se
el sofá de terciopelo a mi lado. No me miró a los ojo
mano mayor, se a
nuestra familia. Lo entiendes, ¿verdad? L
ar como un acto noble, no
dían. Nunca
etos y amor de cachorros, persiguiendo luciérnagas en el extenso jardín. Mi hermano, Colberto, siempre protector, s
en su infinita sabiduría, habían arreglado un matrimonio para fusionar nuestros imperios. Las familias Garza y Caballero, unidas p
estaba destinada a casarme, se convirtió en un fantasma. Mis padres, carcomidos por la culpa, no podían soportar env
a y ningún lugar a donde ir. La adoptaron, la colmaron de afecto, la prepararon para ser la novia su
virtió en un pozo sin fondo de sobrecompensación para Jimena. Regalos lujosos, elogios interminables, cada capricho satisfecho. Lenta, sutilmente, me hicieron a un lado. Jimena, con
por ser «tan débil», me elogiaron a mí por mi «amor de hermana». Recuerdo el dolor, el
co ataque de fuga, los había puesto en un frenesí. Mi hermano y Adri
plicado Colberto, sus ojos desprovistos de la
-dije, mi voz quebr
como una máscara de
eres tú. ¿Por qué no puedes hac
ré, las lágrimas n
No importaba. Rodé por las escaleras, un crujido repugnante resonando en la casa silenciosa mientras mi cabeza golpeaba
nfermizamente dulce
qué has hecho? ¡
eza sangrante, luego
su voz plana-, nos encargaremos
no a mi lado, sino
a, está llorando de nuevo.
mi vida. Mientras la conciencia se desvanecía, una claridad escalofriante atravesó el dolor. Este era el fin d