Mi matrimonio forzado con un caballero en coma
vista de
rillante y dorado, entraba a raudales por las ventanas cuando finalmente me desperté. Miré el ornamentado reloj d
ión protestando, y corrí al baño. Después de una ducha rápida, me puse una simple bata de seda, con el pelo
eriódico de la mañana, bebiendo té. Lilia, la joven prima, estaba absorta en un ju
Kayson, levantó la vista, su sonrisa cálida-. No hay nece
, pero te guardamos un poco -agregó
levantó d
ste bien? ¡Les dije q
sa fácil, era abrumadora. Sent
dé dormida. L
hizo un gesto desp
n pequeño y elegante comedor-. Todos los demás, ¿quizás podrían encontrar a
io. La señora Caballero se sentó frente a mí mi
s a ir al médico para revisar tus lesi
o se revol
una mujer de rostro amable que habl
n sanando maravillosamente, la fractura del brazo se está curando y no hay
ivio escapó tanto de la se
finalmente tocando mis labios. Mi cuerpo se e
onductor que se dirigiera a una extensa y serena i
explicó, su voz suave-. Ha hecho un progreso inc
e con el que me casaba. El hombre en coma que había imaginado. Me preparé, imaginando una figura frágil e
mayordomo, nos rec
tranquilizadora-. Ha estado esperando mucho este momento. Ha estado despierto y mayormente consciente desde hace
golpe. ¿Despierto?
y soleado pasillo hasta una espaciosa habita
su voz llena de afecto
una silla de ruedas, de espaldas a nosotros, sus hombros anchos, su cabello oscuro brill
a. Se me cortó
contraron con los míos. Eran inteligentes, observadores y extrañamente familiares. No l
voz un murmullo ba
expectativa que había construido cuidadosamente, se hizo añicos en un millón de
recorrer mi cuerpo. La señora Caballero, sintiendo mi sh
ora Garza. Eleonora, e
a. Dudé una fracción de segundo,
r rozando mis nudillos-. Es bueno
bíamos conocido antes? ¿Y por qué me miraba
aplaudió, un brill
podemos fijar una fecha! ¿Qué tal dentro de dos semanas? Tie
n de desafío, una tranquila resolución, se instaló dentro de mí. Esta era mi escapatoria. Mi nuev
sa lenta y genuina q
suena perfe
fusión que una vez podría haber compadecido, s
onces, al ver sus rostros, que supe que mi partida no era solo p