Amor envenenado: El desenlace mortal de una amistad
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ué a mi padre que pagara su colegiatura. Pero el día que me mudé a la Ciudad d
n de malversación de fondos -el mismo dinero que había pedido prestado para Ale
idé mi propia salud, solo para ser
ntré de nuevo con Alejandro e Ivana. Ivana, ahora
, con una sonrisa cruel en el rostro-. Así que lo denunc
ítu
. Una bienvenida perfecta al pueblo que ju
omo una burla breve y cruel. Unas pocas semanas de rojos y dorado
a los huesos, un frío que reflejaba el que se extendía dentro
ntentado huir. La pintura desconchada del barandal del porche, la persiana torcida en la ventana del segundo piso... todo estaba exactamente
lejandro, de alguna manera, se las había arreglado para conser
a la puerta principal, el lugar donde papá siempre esc
ortero frío y vacío. L
a en un elevador. Era una cosa estúpida, pequeña, pero envió un tembl
ité voltear. El aroma familiar, una mezcla de loción
asiado cerca. Mi espalda se presionó contra su pecho
hizo, me giré, forzándome a enfrentarlo. Sus ojos, el mismo azul pene
un murmullo grave-. Te v
cruel de lo que alguna vez fuimos. Me zafé de su agarre, retrocediendo,
le. Era la misma mirada que solía darme cuando intentaba descif
de su saco, extrayendo lentam
as, un símbolo de su orgullo y del trabajo de su vida. El águil
su voz más suave ahora, casi nostá
mis labios apretados
fue un sus
no va
la buena suerte, antes de los exá
a. Un destello de algo indescifrable cruzó su rostro, rápi
guntó, tratando de sonar casual, per
nfiar en mi vo
hacia su coche, con ese caminar familiar y seguro
s tiempos, cuando éramos solo unos chavos llenos de sueños tontos. Ese Alejandro habí
omos más q