El último deseo marciano del gemelo
Ada M
n lápiz óptico sobre un lienzo digital, ahora trazaban los bordes ásperos de la madera flotante en una playa desierta de Bali. Había encontrado un pequeño estudio aquí, lejos de los relucientes rascacielos y la sofocante
a mano, esperando su viaje. Ahora llevaba una simple banda de plata en mi dedo anular, un marcador de
ntar el cielo en tonos ardientes. Aprendí a surfear, aprendí un poco de indonesio y encontré una alegría tranquila en e
na pieza particularmente vibrante, una voz familiar y chi
ije, mis fans esperan lujo de cinco e
ser. No aquí. No en este pequ
con el colorido caos del mercado. Y aferrada a su brazo, una furiosa Giselle, sus gafas de sol de
, mi respiración atrapada en mi garganta. Esto era imposi
. Se veía diferente. Demacrado, quizás. Una ligera barba de dos días sombreaba
eando la multitud, su mirada recorriendo rostros, buscand
e insistente. Lo arrebató, su expresió
¿Qué quieres decir con comprome
a un susur
Averigua quién hizo esto. ¡Y quiero
o una nube de tormenta. Gise
én era? ¿Está todo bie
gencia desesperada ahora mezclada con su ira. Su mirada se
l mercado, las quejas de Giselle, todo se desvaneció en la nada. Sus ojos, tan parecidos a los d
liberando su brazo de su aga
ate a
se movi
de turistas y locales. Pero él fue más rápido. Su mano se cerró alrededor de
ido crudo y primario. «¿Qué d
registró lo que estaba sucedien
? Pequeña sanguijuela patética
nte, tratando de arranc
Ricardo! ¡
do a Giselle por completo. Su mirada e
is llamadas? ¿Mis mensajes
ron a borbotones, u
os. ¿Fuiste tú? Después de todo,
a por procesar sus acusaciones, su pres
voz apenas un susurro. «No tienes de
pretó, sus nud
cinco años! ¡No puedes simplemente desapa
brazo de nuevo. «¡Probablemente te rastreó hasta aquí para ext
s nada. Pero probablemente me debas un abrazo, considerand
bía visto en años. Era un viejo amigo, un colega diseñador gráfico, alguien que Julián y yo habíamos conocido mucho antes de que Ri
eando mi cintura protectoramente. Me a
scuché que finalmente conseguist
llenaron d
livio invadiéndome en una podero
etó mi
da la paz del mundo ahora, amiga mía. Todo
desvaneciéndose, reemplaz
quien amaba. Un acto desinteresado.
a" y "Ada" en la misma ora
cariño! ¿Crees que realmente le importaba
a Leo, sacudie
dora. Usó la muerte de Julián para meterse en la vida de Ric
n abierto de par en par, un horror naciente extendiéndose por su rostro.
nas un susurro, desgarrada por una comprensión repenti
edo temblor
? ¿Por quién hic
Bali, pesada de verdades no dichas. Encontré su mi
l nombre un voto sagrado, una respuesta fin