El último deseo marciano del gemelo
/0/21493/coverbig.jpg?v=94e789db37d2875bf11406e2976f75fe&imageMogr2/format/webp)
me despreciaba. Soporté su frialdad, su aventura pública con su amante Giselle y cada
de mi difunto prometido, Julián. Su último deseo era que fueran esparcidas en Marte, un sue
que me había ignorado durante media década, se negó. Se rio y lueg
una parte», susurró
esión aterradora. Me ofreció un matrimonio de verdad, un hijo, un futuro que nunca qui
para cumplir el último deseo de Julián-, no me dejó ir. Se quebró. Abandonó a su a
se mientras me mantenía cautiva en su jet privado. «Te
conquistada por el amor tardío de un monstruo. Esta era la hi
ítu
Ada M
a, incluso mientras destrozaban la ilusión
divorcio,
usaba al cerrar un trato multimillonario, arrogante y completamente seguro de su control. Ni si
da con el familiar filo del desprecio. «¿Qué es esta vez? ¿
a era una palabra amable para lo que había soportado durante lo
», declaré, mi voz firme a pesar del te
llando con una fría diversión que Julián nunca había poseído. Ricardo Parrish, magnate de la
gando en sus labios. «Y sigues aquí. Sigues jugando
nosotros. Se movía con la gracia natural de un depredador, su costo
, rodeándome lentamente. «Los silenciosos actos de servicio, la lealtad inquebrantabl
. No podía ser. Todo esto era por Ju
etenía justo frente a mí. «Demostrarme cómo era una buena esposa. Demostrarme lo que me estaba perd
era verdad desde el primer día. Yo había elegido ser c
dije, ignorando por completo su cruel evalua
evo, esta ve
s de todo esto? Ada, no v
Su tacto se sintió extraño, un crudo r
a ere
ompartido, un fantasma de memoria- llenando mis sentidos. Me besó, un beso posesiv
conmemorativa de la AEM, al pequeño relicario de diseño personalizado que
tó, sus ojos bu
lo triunfante en su mirada. «S
os enormes ventanales panorámicos que dab
uevo capítulo. Un matrimonio d
ivamente, su pulgar frota
ero para el imperio Parrish? ¿Un hi
o concebido y criado en esta farsa fría y transaccional?
labra fue suave, pero contenía el peso
sión se desvaneció de su rostro, re
o? ¿Todavía te aferras a esta
n gest
es solo una distracción. Tú eres dife
r, pero no lle
o que n
cosas diferentes, Ricardo», respondí, mi voz g
íbula s
mpre has sido tan sumisa.
cerca, su sombra
nará bien
visión en seda brillante y diamantes, entró contoneándos
nto tiempo? ¡Nuestra reservación
bios rojos ensanchándose
sear o algunos diseños gráficos que garabatear? Ric
practicada y encantadora reem
do algunos asu
cintura de Giselle,
taba recordando
irada volviendo hacia mí, el
s simplemente no saben cuándo retir
díbula de Ricardo, luego se volvió ha
r un nuevo pasatiempo, Ada
orazón no dolió. Mi estómago no se contrajo.
e a Giselle, mi voz clara y
ctamente
ré esta
os, un brillo peligroso r
amente alrededor de la cintura de Giselle, ahora apretánd
ciencia, confia
inero, ni estatus, ni futuro
plata que apretaba en mi mano, oculto a su vi
ro, pero lo suficientemente firme como para resonar en la
cía, su cuadro de infidelidad el telón de fondo perfecto para mi sil