El Despiadado Regreso del Maestro Caído
lia
intensos, estaba junto a la cama de Gilberto, su equipo de especialistas ya examinando sus tomografías. Mi padre fue trasladado a un
ba vigilando? La idea me provocó un escalofrío. Se sentía como una violación sut
se había suavizado, adoptando ese tono pseudoben
ctorio, Emilia? ¿Es
dí, mi voz tensa-. Así q
enes que preocuparte por nada. Solo concéntrate en su recuperación. -Sus palabra
entía menos como un regalo y más como una trampa cuidadosamente cebada. Pe
isa nerviosa, me informó que «el señor Viveros ha pagado por adelantado todos los gastos estimados. No tendrá que preocuparse por nada». E
, era sofocante. No solo estaba salvando a mi padre; estaba usando la vida de mi padre sobre mi cabeza, un rec
il sala de espera, mi celul
mo estaba Gilberto. Camilo ha estado tan preocupado. Es realmente conmovedor, ¿no crees? Siempre tuvo de
lee? -pregunté, mi
o está haciendo tanto. Incluso está posponiendo nuestro viaje a Aspen. ¡Imagínate! Todo
suspendida en el aire, car
z goteando falsa preocupación-. Traerte de vuelta al redil, por así decirlo. La
eló la
imagen? ¿Qué sign
e rio to
e Emilia Tovar, no... esa otra cosa. Piensa que es lo menos que puede hacer para expiar su "culpa". -Hizo una pausa
ontrolar la narrativa, de borrar su propia complicidad pintándose a sí mismo como mi salvador. Iba a manipular
olo me estaba manipulando; planeaba manipular la verdad
Una imagen de ella y Camilo, abrazados, riendo, sus rostros muy juntos. El pie de foto
ño más cercano, apenas llegando al inodoro antes de que la bilis subiera por mi garganta. Vomité h