El Despiadado Regreso del Maestro Caído
lia
ás de la narrativa que Camilo había elaborado tan meticulosamente. Entraba de golpe, perfectamente peinada e impecablemente vestida, con reporteros siguiéndola como
itación de Gilberto, se volvió hacia un reportero y, con
berle afectado mucho, estar implicado en todo ese desafortunado lío. -Hizo una pausa dramática, dejando que las implicaciones flotaran en el aire-. Quiero decir, ¡un
ozada, su pensión desaparecida. Siempre asumí que era daño colateral de mi propia humillación pública, un cruel efecto dominó. Era mi p
fatizó «implicado» y «oficial de cumplimiento»,
los estándares exactos que Camilo había pisoteado con tanto regocijo. No solo fue «implicado»; fue destruido. Y Hailee, al llamar
lor, mi propia humillación, que me perdí una pieza crucial del rompecabezas? ¿Y si Gilber
Tomé un taxi, mi mente acelerada. Necesitaba res
a la recepcionista, mis pasos decididos, mi corazón latiendo un ritmo furioso contra mis costillas.
sorpresa e irritación. Despidió inmediatamente a su asistente con un seco asentimie
ida de cautela-. ¿A qué d
ida-. Su "implicación". Su "escándalo". ¿Fue solo
gundo. Sus ojos se apartaron de los míos, una señal revela
lberto simplemente perdió su puesto
as dobladas. Era una copia del informe de revisión de cumplimiento interno de hace diez años, algo que mi padre había logrado conservar, un último jirón de su integr
critorio, el sonido resonando
" en bucle, la inclinación distintiva de la "s". Tú lo escribiste, ¿verdad? No solo me tendi
critura familiar. Por un momento, la máscara se deslizó por completo. Vi miedo, y l
e emoción-. Gilberto era demasiado ético. Habría descubi
te me desgarró. Mis manos se
su vida, su salud, todo, so
o de su vieja arrogancia regresando-. ¿No lo entiendes
años. Me robaste la vida, y luego le rompiste el corazón y el cuerpo a mi padre solo para ganar más dinero. ¿Cuánto más escondiste? -Mi
vaneció tan rápido como llegó. Recordé al joven Camilo, el que me protegería
rodeando e
éjame explicarte... -
ando hacia atrás, mi cuerpo gri
atrevas
re la superficie pulida de su escritorio. Lo miró, luego a mí. Vo
ente aguda, teñida de genuina preocupación-
Hailee, estaba en algún tipo de apuro, y eso eclipsó inmediatam
ya a medio cam
to más tarde. -Y con eso, se fue, dejánd
perada por la verdad, no significaban nada. Mi dolor era una inconveniencia menor, fácilmente descartada por las necesidades más urgentes e importantes de su vida ac