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El Despiadado Regreso del Maestro Caído

Capítulo 2 

Palabras:1146    |    Actualizado en: 11/12/2025

lia

e vuelta al presente. Me apretó el brazo, con los ojos muy abiertos de admiración-. ¡Camilo Viveros! Es aún más

ó conspir

compromiso después de todo este tiempo. Quizás esté buscando a

a una bofetada. ¿Y soltero? Resoplé para mis adentros. Estaba soltero porque le convenía, no porque estuviera suspirando por algún am

La redada del FBI, los flashes de las cámaras, los titulares escandalosos. Mis algoritmos, la propiedad intelectual de mi alma, robados y reempaquetados como su genialidad. Todo para asegu

ije, mi voz plana, desprovist

on, siempre romántic

ién sabe, quizás el destino tiene una for

una broma cruel orquest

rpo en todos los lugares correctos, un hombre esculpido por el poder y el privilegio. El chico con el que me casé, el que me prometió

enderson sigui

lla de la Bolsa en ese entonces. ¡Tan brillan

tiempo y deshacer los últimos diez años de mi infierno p

ía a ceniza en mi boca. Quería salir, lejos de su presencia

ida, su voz, profunda y resonante,

mi

me heló la sangre. Mis músculos se tensaron. Me quedé helada,

giraron. Podía sentir sus ojos sobre mí, diseccion

zapatos caros sobre el piso d

tencia descolorida, mis circunstancias reducidas. Imaginé el sutil desdén en sus

de mí. El aire se volvió pesado, e

un cordón de seda envolviéndome. El sonido d

tono azul, pero más fríos ahora, calculadores. Un destello de algo que no pude descifrar cruzó por ellos mientras escaneaba mi rostro,

rtante, desprovista de cualq

responder, una voz

¡Cariño,

u brazo se enroscó alrededor del suyo, posesivo y confiado. Hailee Alcázar. Su pr

sonrisa brill

él se tensó-. Se siente tan terrible por cómo terminaron las cosas para ti. De verdad que sí. -Sus ojos, s

le, un músculo se contrajo en su mandí

iempos" antes de que todo saliera... mal. -Enfatizó "mal" con una dulzura maliciosa. La implicación flot

nterés. Sus ojos se movían entre la glamorosa presencia de Hailee, la fac

tregó una elegante tarjeta de presentación negra. El

esitas algo. Lo que sea. Mis recursos están a tu disposición. -No era una ofert

escritorio. Cada una, un pequeño ladrillo en el muro que construyó a mi alrededor, atrapándome en su narrativa. Ahora, era solo una tarjeta,

i rostro. Mi voz era tranquila, casi serena-. Pero

etida en el brillante salón de baile. No miré hacia atrás. La tarjeta permaneció apretada

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