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Su Venganza Se Alza del Manicomio

Su Venganza Se Alza del Manicomio

Autor: Gavin
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Capítulo 1 

Palabras:2812    |    Actualizado en: 08/12/2025

a Presidente Masaryk y el aire acondicionad

tiva, deslizando la tarjeta Centurion de

ipo neonatal durante mi parto en cas

ra una adicta que había matado a su pr

ró en una instalación psiquiátrica de alta se

a tomaba mi vida, a mi esposo, y desfilaba con un niño

ado, protegiendo su imagen pública por

iña de sociedad que se derrumbarí

y aquí para su

lateada de mi bolso y d

, Alicia? -susurré, mi vo

bien con el informe forense que

terminó

uí para rec

cir tu imper

ítu

ronometrada para el momento exacto en que Alicia Mares estaría en la boutique de lujo de Masaryk, gastan

arrancado la suavidad, dejando solo bordes afilados. Mi vestido de diseñador, de un verde esmeralda intenso que contrastaba con mi piel pálida y mis ojos oscuros, se

ia, una visión de falsa inocencia en una cascada de encaje marfil, se giró desde

que suave, cortó el a

r puro, retorció sus facciones de porcelana. Apretó el vestido de novia contra su pecho, como s

un susurro tembloroso, perfectamente en

su pr

luego volvió a su rostro, desprovisto de cualquier calidez-. Supongo que despué

iradas nerviosas. Los otros compradores, inicialmente molestos por la intrusión, ahora se incl

e vestidos de noche. Su cabello era del color de las hojas de otoño, sus ojos de un tono azul sorpren

ro inexpresivo. Buscó la mano de Alicia,

e, presionándolo contra s

eberías estar aquí. -Su voz se elevó, un temblor d

onos, tomando fotos, grabando fragmentos. Esto era exactam

uave que se habría derrumbado ante tal acusación. Pero esa Camila

oca, recién escapada del manicomio. Era su guion habitual, el que Carlos y mis

es simplemente inconveniente que recordara dónde estaba escondida la tarjeta negra de Carlos? Tal como recordé que con

tan compuesto, se fracturó. Sus ojos se movían salvajemente, su agarre sobre

fina y chillona. El temblor ensayado había

ada de mi bolso. Su superficie bri

del equipo de reanimación neonatal que "falló" durante mi parto en casa. -Mi voz bajó a un susurro es

oca se abrió, pero no salió ningún sonido. Ahora parecía menos una filántropa frágil y más una serpiente acorralada. La mult

voz fuerte y reson

ios está pa

rl

ora estaban afilados por la furia. Vio a Alicia, pálida y temblando con el niño, luego su mirada aterrizó en mí, fría y condenatoria. V

otectoramente a sus brazos. Acarició su

estaba cargada de preocupación. Era una preocupación que nunca me había m

hijo, el niño que él creía que era su heredero. La ironía era un sabor amargo en mi boca. Él era el CEO de Empresas Ferrer, un hombre que

la "prometida" angustiada, el "héroe" protector y la "loca" que se atrevía a interrumpi

os, ahora fija en

u tratamiento tan pronto? ¿Estás tratando de probarle a

te inestable, tratando de desacreditar mis palabras antes de que pudieran siquiera formarse completamente. Era man

ento muy bien. Tres años de él. Tiempo suficiente para tener muy, muy claro quién pertenece a dónde. -Mis ojos parpadear

stro bañado en lágrimas al mío impa

rendentemente fuerte en la boutiqu

s cerca, un triunfo s

-susurró, su voz ahogada

cencia de ese niño, usada como un peón en su juego cruel. Mi propio hijo, mi pequeño niñ

tensó. Me fulminó con la mirada, s

e aseguraré de que te arrepientas de esto, cada segundo. -Atrajo a Alicia y al niño más cerca, un mensaje claro

bios. Era un sonido que no había

quince años. De cada uno de ellos. -Mis ojos ardieron en los suyos, una súplica final y desesperada para que viera más allá de la manipulación, para que recordara a la chica que lo había a

rza, cada palabra una piedra cayendo en un pozo profundo y o

del todo: ¿sorpresa? ¿Molestia? No me creía. No podía. Pensaba que

rucos para llamar la atención. No va a funcionar. Ambo

sutilmente como si fuera una niña haciendo un berrinche. Era su movimiento característico, la restri

Respiré hondo, dejando que la resolución helada inundara mis

s, secos y afilados, se encontraron con los suyos-. Quier

no solo un divorcio. Implicaba que el matrimon

rlos, levantó la cabeza. Una

inocente apelando a su comprensión-. Siempre ha sido un poco inestable, ya saben. Pobrecita. Es tan triste.

os mismos susurros que habían llevado a mi confinamiento, a que la muerte de mi hijo fuera

a vez, n

era una lágrima de dolor por mí misma, sino una actuación, un arma desplegada cuidados

odo... después de que me encerraste, después de que dejaste que ella le dijera a todos... después de que nuestro hijo murió, y tú simplemente le creíste. -M

miradas suavizándose hacia mí, endureciéndose hacia Alicia y Carlos. Veían e

io en la percepción pú

s, tú lo sabes! ¡Está enferma! -Se volvió hacia Carlos, sus ojos muy

ó la mandíbula. Examinó a la multitud, luego a mí, su expresión ilegible por un momento. La opinión pública, el apellido Ferrer, l

extendiéndose, no en consuelo,

agarró mi brazo, sus dedos clavándose en mi carne con una fuerza sorprendente-. Nos vamos. Tú y yo.

mujer frágil y rota. Pero mientras me jalaba, mis ojos se encontraron con los suyos, un desafío silencioso y

ptaran-. Solo... por favor, dímelo. ¿Es verdad? ¿Fue todo una mentira? -Mi voz estaba es

lestia, cruzando su rostro. Pero antes de que pudiera responde

bebé! ¡Se e

entras corría de regreso hacia Alicia, quien ahora acunaba al niño, su pequeño cuerpo convulsi

s vendedoras gritaban pidiendo ayuda, otros

tá enfermo! ¡Es su culpa,

controlar, rescatar. Y Alicia, sociópata y manipuladora como era, sabía exactamente cómo activarlo. Mi corazón, que hacía solo unos momentos anhelaba un destello de reconocimiento, ahora se sentía como u

utoestima. Casi me había destruido. Pero los años en aislamiento, la introspección forzada, el proceso lento y agonizante de reconstruirme, me habían

o, manipulado por un monstruo. Y yo, Camila Ro

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