Lienzo Roto, Espíritu Indomable Surge
sta de Keyl
del golpe que había recibido. No se inmutó, no volvió a gritar. Sus hombros estaban rígidos, su cabeza en alto, sus ojos
ueva lesión que debía haber sufrido-. Por favor. Hay un terrible err
emblorosa, tratando
de esto. Te vas a arrepentir, Axel, te lo
stro aún contorsio
asado con una perra mentirosa y traidora como ella! ¡Y tú, Dalia, solo la solapas! Nunca
s ojos barriéndonos a
e se merecen. -Se agachó, a
o estallando. Pero mi madre fue más rápida. Se lanzó hacia atr
ugnante, seguido de su grito gutural. El sonido me atravesó, desgarran
a través de su cuerpo al mío. Mi corazón se estaba rompiendo en mil pe
o la lastimes! ¡Es inocente! ¡Juro por Dios que no hice nada! ¡Este bebé es tuyo! ¡P
mente en mis brazos. Estaba tan débil, tan frágil. Pe
ficios que hice por ti, Keyla! ¡Recuerdo haberte dado todo, tolerar tu "arte", aguantar tu tempera
rangulado, su cuerpo repentinamente quedando inerte contra mí. El peso cambió.
madre desplomarse en el suelo. Mis manos, aún aferrándola, se separaron pegajosas y rojas. Sang
e escapó de mi gargant
suavemente, pero su cabeza cayó hacia un lado. Sus ojo
dose por su rostro. La rabia en sus ojos parpadeó, reemplazada por un miedo terr
lado, sus manos fl
stá respirando -susurró, un suspiro irregular escapando de sus labios. La levantó, sorprendentemente con delicadeza, y l
u sangre. Busqué mi celular a tientas, mis dedos torpes. Nec
ando los números co
s brillando con un pánico renovado y desesperado.
amando, Keyla? ¿A
i madre! -grité, las lágrimas corriendo por mi
ido violento, arrojó mi teléfono contra la pared de concreto. Se hizo añicos en una docena de pedazos, su
se de mi garganta-. ¡Arruinaste todo! ¡Destruiste mi
es tu culpa! ¡Todo esto! -Se abalanzó sobre mí de nuevo, sus manos agarrando mis hombr
is uñas rasgaron su cara, dejando marcas rojas de furia. Mis luchas desesperadas solo parecieron alim
os llameando. Me pateó de nuevo, esta v
da dentro de mí. Pero su pie conectó con mis manos, luego mis muñecas, luego mis antebrazos. Un destello cegador de dolor atravesó mis brazo
na rabia aterradora y retor
eligrosa-. ¡Protegiendo al bebé de él! ¿Crees que no lo
tada era deliberada, brutal. Mis dedos gritaban en protesta, mis muñecas palpitaban. Sentí un crujido repugnante, luego
re alto y de hombros anchos de antes, que había regresado con otro ho
en el aire. Se giró, su rostro
rio cercana, su contenido ya derramado, y se la arrojó. Se estrel
, con la voz ronca-. ¡No saben lo que h
n el sillón. La violencia estaba escalando, y claramente estaban superados. Lentamente, a regañadiente
do, sus ojos aún ardiendo
e cogió, y luego me jodió en un trato el mes pasado. Debí haber sabido que ustedes dos estaban juntos en esto. Siempre tratando
iles, el desprecio apenas velado que Jule a veces tenía por las ideas de Axel. Axel siempre lo había descartado como compete
. Querían destruir a Axel, y yo era solo un daño colateral. ¿Pero por qué yo? ¿Po
ía romper sin miedo a represalias inmediatas. Estaba descargando todas sus frustraciones, todas sus inseguridades, toda su rabia contra Jule, en mí. Era un cobarde. Un cobarde vil y despreciable. Y en ese momento, lo vi por lo que realmente era. Mi padre siempre me había