Lienzo Roto, Espíritu Indomable Surge
sta de Keyl
etener la ola de rabia que consumía a Axel. Se apartó del cuerpo inmóvil de mi madre y sus ojos se clavaro
s sobre los escombros de mis sueños destrozados. Un caballete, con su marco de metal ahora retorcido como un arma, golpeó mi
la violencia. El impacto hizo castañetear mis dientes, y un zumbido agudo llenó mis oídos, ahogando momentáneamente todos los demás sonidos. Yací allí, desorientada, mirando a Axel a través de ojos
recuperado el conocimiento, pero su rostro estaba pálido, un hilo delgado de sangre aún corría por su sien. Asimiló la esce
, sus manos temblorosas intentando ayudarme a sentar
n el pecho agitado y e
ó, con la voz en carne viva-. ¡
dre, protegiéndome con su cuerpo-. ¡Tiene que
ados en sangre, su mandíbula apretada tan fue
No hay ningún malentendido cuando mi esposa se revuelca a mis
allá de la cabeza de mi madre. Se estrelló contra la pared detrás de nos
us palabras atravesándome como dagas-. ¡Y
bebé. Él lo sabía. ¿Pero cómo? Mi mente corría, tratando de conectar los puntos entre su destr
me hacia arriba a pesar del dolor-. ¡No hay otro
ido desquiciad
olsillo, deslizando el dedo furiosamente. Lo empujó hacia mi ca
rios, implicando una aventura. Y luego, había una foto. Una foto granulada y mal iluminada de la mano delgada de una mujer, adornada con un anillo distintivo -un anillo que reconocí como el mío- sosteniendo u
la foto no parecía la mía. Era demasiado delgada, las uñas perfectamente
un susurro-. Esa no soy yo. Ese es... ese e
e bu
se pájaro, tú lo hiciste para mí, Keyla. Y ese an
voz elevándose en desesperación-. ¡Esta
o bruscamente, su ro
¿Crees que soy lo suficientemente estúpido para creer tus mentiras?
obre una sábana de seda arrugada. Y junto a ella, parcialmente oscurecidos, había un par
alrededor giraba, colores y formas difuminándose en un desastre indistinto. No. E
e blanco, porque incluso Axel pareció pausa
, Axel? -tartamudeé, mi voz apenas a
, luego de vuelta a mí, sus ojos ll
enda. Ella había estado en nuestra casa hace solo unos días, "ayudándome" a limpiar el estudio. Se había quedado en nuestro dormitorio, haciendo comentarios sobre mi falta de organizac
amargo en mi lengua-. Tu madre. Ella es
e oscureció, su man
nto de zorra, Keyla! ¡Ella te vio con él! ¡Te vio sali
ió haberlos robado! ¡Tomó el anillo y la talla, y armó todo esto!
un destello de duda, tal vez, antes de ser viole
del estudio arruinado-. ¿Crees que puedes poner a mi madre en
nto, forzando un grito gutural de mis labios. Me doblé, agarrando mi costado, jadeando por aire. Mi madre gritó, corriendo
ma! ¡Ella nunca me mentiría sobre esto! -Me pateó de nuevo, más fuerte esta vez, su rabia consumiénd
ernas, mis brazos, mi espalda. Cada golpe hacía eco del dolor en mi corazón, un testamento del hombre en el que se había convertido. El hombre que prefería creer una mentira
era un sollozo desesperado y ahogado-.
ndo, su rostro una máscara de furia primi
de esto! ¿Crees que puedes burlarte de mí? ¿Cre
sta vez por las lágrimas que corrían por mi rostro, calientes y punzantes contra mi piel. Me estaba destruyendo, pieza por pieza a