La agridulce venganza de la esposa desatendida
ista de El
ca de Elena con una fuerza que la hizo jadear. Sus ojos, oscuros
n retumbar bajo y peligroso-. ¿Y
presa, se soltó de un ti
de divorcio de Elara. -Lo dijo con una calma aut
mente hacia mí, sus ojos
erando en las sombras? -Su mirada pasó de Elena a mí, llena de desprecio-. Tan rápida para descartarme, pero tan ansiosa por encontrar consuelo en otro lugar. -Se inclinó, su voz bajando a u
... fue demasiado. Una rabia al rojo vivo, como nada que hubiera sentido antes, surgió a través de mí. Mi mano se movió ante
n lado, una marca carmesí floreciendo en su m
áriz -intervino Elena, su voz aguda por la indignac
disparado, conectando con la mandíbula de Elena. El sonido fue nauseabundo. Elena tropezó hacia atrás, colapsando sobre
iolencia, tan cruda y desenfrenada, me paralizó por una fr
y retorcida, mucho peor que cualquier mareo que hubiera sentido antes. Se me cortó la respiración, un sollo
a, me miró. Luego, sus ojos se abrieron de par en par, s
do la forma inconsciente de Elena-. Elara, mi amor, ¿qué es? Te llevaré a un médico. Inmediatamente.
bdomen todavía estaba allí, un recordatorio constante y molesto. Braulio estaba a mi lado, su mano aferrando la mía, su rostro pá
, ¿estás bien? Lo siento mucho
viejo Braulio, el Braulio cariñoso y gentil, finalmente había regresado. Quizás el shock crudo
amiliar y empalagos
lo estaba siendo dramática. Siem
strillo, una venda sobre la sien. Sus ojos, sin embargo, ten
rnos. Tu abuelo está furioso por tu pequeño 'altercado' en el
ó, pero su mirada pe
pila arrugada de documentos, los mismos que se habían esparcido por el suelo del café-. Braulio los recogió
ta no era por preocupación; era para confirmar mi partida, para asegurar su lugar. Observé cómo u
da de un acero innegable-. Viste los papeles en el café, y viniste a
reemplazada por un momentáneo destello
lio. Está tan molesto. Y quería asegurarme de que tú también estuvieras b
lencio atónito, finalmente levantó la vista,
ó, su voz baja-,
n verdades no dichas. Tres personas, atrapadas en u
agarre de Braulio. Se sentía fría, distante. Encontré sus o
dije, cada palabra un martilla
risa tocó sus labios. No era una sonrisa feliz, ni siquiera una cruel.
sorprendentemente suave-, eso no
sonando en la habitación estéril, destrozando lo
areos, las náuseas, la aversión repentina a ciertos olores... los había descartado como estrés, una consecuencia
nada. Todavía quiero el divorcio. -Mi voz era fir
par un pequeño y
a-. ¡Braulio, tienes que quedarte con ella! ¡Piensa en el legado familiar! ¡Piensa en Don Octavio!
reció, sus ojos brillando co
petó, su voz aguda y
ón se desvaneció, reemplazada por
solo estoy trat
ó, su voz resonando en las p
e vindicación mezclada con una amarga comprensión. Realmente me había querido fuera. Había visto los papeles del divorcio como su boleto dorado, su opo
esión suavizándose, pero sus ojos t
Un bebé lo cambia todo. Sé que las cosas han sido difíciles, pero por el bien de nu
remordimiento genuino, o una más de sus manipulaciones? ¿Era el be
mi voz pesada por la certeza-. No borrará los años de negligencia, las
os en los míos, una extraña mezcla
s que una solución conveniente, una forma de apaciguar a mi abuelo. Pero luego intentaste hacerme sentir algo. Intentaste hacerme amarte. Y mira lo que pasó. Me aleja