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La agridulce venganza de la esposa desatendida

Capítulo 2 

Palabras:1762    |    Actualizado en: Hoy, a las 10:11

ista de El

tico me quemaba las fosas nasales. Mis ojos se abrieron de golpe, las duras luces fluorescentes de arriba me abrasaron las

esuradamente, su expres

ya despertó. ¿

e ofreció un vaso de agua, el hielo tintineando suavemente co

ulio? -logré sus

a pausa, su mirada s

que le dijera que volvería tan pronto como pudiera. -S

rdé estar allí de pie, tambaleándome, el mundo girando, y su suspiro despectivo. Ni siquiera se había molestado en comprobar si estaba bien, s

no físico, sino emocional, que cortaba más profundo que cualquier moretón. Lo había amado con cada fibra de mi ser. Había creído en un futuro donde su ambi

ntía como un pesado grillete. Lo miré, realmente lo miré, por primera vez en años. Era solo una piedra

más aferrarse al fantasma de un amor que nunca había existido realmente. El agotamiento que sentí an

la rígida bata de hospital

a la enfermera, mi voz firme, des

a sorp

ñora Montes. Tuvo una caída severa de la pres

a-. Solo necesito ir a casa. -O a algún lugar que n

escasas pertenencias y pedí un coche. No esperé a que terminara la "

n pequeño acto de desafío, pero se sintió monumental. Ya no esperaba su permiso, su presencia, sus migajas de atención. Estaba

obre el botón de 'responder', un parpadeo del viejo hábito. Pero entonces recordé su sonrisa burlona, la mira

rme que te fuiste del hospital! ¿Por qué siempre eres tan

or mí. Estaba preocupado por su imagen. Su reputación. Su fachada cuidadosamente construida. La ira, aguda y

mi voz tranquila, casi sin emociones-. ¿Después de lo que

compás de silencio

. Ya sabes cómo es la industria. -Su voz era brusca

lienta cuya mano sostienes después de que 'accidentalmente' se topa contigo en un pasillo? -Recordé haberlos v

rée. Una nueva ola de náuseas me invadió, no por mi reciente colapso, sino por la

Ahora, escúchame, Elara. Tu abuelo ya está haciendo preguntas. Necesitas volver a casa, mantener un perfil

por proteger lo único que me quedaba de mi padre. Pero algo había cambiado. El dolor en mi corazón t

a y sin alegría

uencias. -Mi voz era firme, inquebrantable-. ¿Crees que todavía puedes controlarme con pro

clic del teléfono resonando en el coche silencioso. Se sint

. Una notificación. No era Braulio. Era de la cuenta pública de Instagram de Désirée

cabeza de ella estaba acurrucada contra su hombro, sus ojos entrecerrados en una mirada de satisfacción posesiva. El brazo de él todavía

jor productor del mundo! Tan bendecida de tenerte en

único emoji de corazón r

dado "me gusta" a su publicación. Había respaldado su declaración pública de su aventura, mientras todavía llevaba mi anillo, burl

cando mi piel. Se sentía como una mentira. Con un tirón decidido, me lo quité, el metal frío deslizándose fácilmente

ublicación era una foto de nuestra cena de aniversario, hace seis meses. Una sonrisa forzada

a de la furia fría: "No más esperas por alguien que nunca iba a volver a casa. A veces, l

a recuerdo, cada mentira, borrándolos de mi huella digital, así como estaba tratando de borrarlos de mi

o, libre. La puerta metafórica se había abierto. Y por primera vez en años, el peso aplastante en

n lugar extra en la mesa para el desayuno. No esperé. Simplemente me metí en la cama, me subí las sábanas hasta l

ra asegurarme de que todo estuviera perfecto. Él apenas lo miraba, a veces apartando el plato con un gesto despectivo. "No tengo hambre", murmuraba, o "Esto no está del todo bien". Una ve

mida. Nunca le gustó nada de mí. Y la luz que dejé encendida para él, un faro de esperanza en la

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